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Fiestas blancas, chemsex y otros peligros de mezclar sexo y drogas

El sexo es fuente de placer y bienestar, pero cuando se practica bajo la influencia de las drogas, las sensaciones de placer y la realidad, se distorsionan. En los últimos años, “modas” como el chemsex o slamsex se han vuelto una preocupación para padres de familia, médicos, psicólogos y hasta gobiernos. Aquí hoy te contaremos sobre las “fiestas blancas”, el chemsex y otros peligros de mezclar sexo y drogas. ¡Acompáñanos a conocer esta información importante para tu salud sexual!

¿Las drogas tienen un efecto afrodisíaco?

A las drogas, ya sean naturales o sintéticas, se les atribuye equivocadamente un efecto afrodisíaco. Mezclar sexo y drogas es una práctica ancestral, pero cobró auge en los años 60, cuando la marihuana y el LSD pasaron a formar parte de la contracultura.

Frases como “sexo, drogas y rock and roll” o “haz el amor y no la guerra” eran la bandera de rebeldía de jóvenes que querían dejar atrás los valores familiares, el conservadurismo social, las creencias religiosas y la represión política y sexual, para establecer una nueva postura: libertad ante todo.

A cinco décadas de la llegada de la pastilla anticonceptiva, el auge de la liberación femenina y el movimiento hippie, las drogas siguen siendo un problema que, de hecho, parece haberse agravado.

Cientos de investigaciones en todo el mundo han tratado de demostrar cómo afectan las drogas a la salud física, mental y sexual

Boston Medical Group ha publicado varios artículos acerca de los trastornos sexuales provocados por las drogas: falta de deseo, disfunción eréctil, eyaculación precoz, anorgasmia o enfermedades de transmisión sexual (ETS), pueden ser consecuencia del uso prolongado de drogas.

Los asiduos al chemsex o incluso al uso de drogas “naturales” como la marihuana para practicar sexo, suelen pensar que tienen el control. “Es sólo por un rato”, cuando pase el efecto de la sustancia, todo volverá a la normalidad. Desafortunadamente, no es así.

Además de la adicción que se genera tanto a los estupefacientes como al sexo, ya que ambos generan grandes cantidades de dopamina, existen altas probabilidades de que el consumo de drogas empeore el funcionamiento sexual de los varones, incluso después de años de abstinencia.

Así lo demuestra una investigación de la Universidad de Granada (España) en colaboración con la Universidad Santo Tomás de Colombia.

  • El estudio revela que “el consumo de drogas empeora el funcionamiento sexual de los varones, incluso después de años de abstinencia, contradiciendo otros estudios previos que aseguraban que, a las tres semanas de abandonar el consumo, el funcionamiento sexual volvería espontáneamente a su nivel normal.”
  • El artículo se publicó en Journal of Sexual Medicine, revista oficial de la Sociedad Internacional de Medicina Sexual. Se evaluó la función sexual en 905 hombres, 550 de ellos diagnosticados con dependencia a 7 sustancias de consumo preferente: alcohol, cocaína, cocaína combinada con alcohol, heroína, marihuana y speedball (heroína+cocaína). 
  • Los 356 varones restantes no consumían sustancias (grupo de control).
  • Se evaluaron 4 áreas: deseo sexual, satisfacción sexual, excitación sexual y orgasmo.
  • Se observó que “todas las áreas se encuentran perjudicadas en el grupo de consumidores de drogas. Se comprobó, además, cómo las distintas sustancias afectan de manera diferente a cada faceta de la sexualidad:”
  • El speedball (mezcla de cocaína y heroína) y la cocaína, son las drogas que más afectan al placer sexual.
  • El alcohol perjudica seriamente la función eréctil.  
  • Mientras que el consumo habitual de heroína, cocaína y alcohol, perjudica la capacidad de alcanzar el orgasmo.

“Este estudio tiene importantes implicaciones, ya que la mejora en el funcionamiento sexual puede ser una motivación para dejar el consumo en personas adictas que no reconocen su problema”, concluyen los investigadores.

Por otro lado, el portal psiquiatria.com especializado en temas de interés para profesionales de la salud mental, afirma que, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR), los trastornos sexuales “pueden ser producidos por el abuso, dependencia o intoxicación de sustancias como alcohol, anfetaminas, cocaína, sedantes, etc.”

Chemsex: sexo, drogas ¡y enfermedades!

El chemsex se refiere a fiestas especialmente organizadas para consumir drogas y mantener relaciones sexuales por horas o días con múltiples parejas. 

Quienes asisten a estas fiestas son principalmente hombres que tienen sexo con hombres. La convocatoria suele hacerse a través de apps, lo mismo que la compra de sustancias, la mayoría de éstas, ilegales. 

Esto forma una cadena interminable de desconocidos que concurren en esta noche loca para compartir sexo, drogas, alcohol ¡y jeringas!

Ya “colocados”, se desvanecen los límites de la prudencia, el sentido común, la prevención y el cuidado de la salud.

La probabilidad de transmisión de VIH y otras ETS, adicciones, trastornos psicológicos y complicaciones de salud en general, se potencia a mil. Ni qué decir de las disfunciones sexuales a la larga. Las drogas siempre tienen efectos secundarios en la función sexual. 

En el chemsex, los invitados pueden “disfrutar” de un amplio buffet de metanfetamina, mefedrona, poppers, GHB/GBL, éxtasis, ketamina o cocaína, todas potenciadoras de la desinhibición y las prácticas de alto riesgo. Aquí se comparte todo, empezando por el peligro. Lee más aquí: El gran peligro del chemsex. ¿Qué es y qué consecuencias tiene?

Fiestas blancas: los peligros de mezclar sexo y drogas ¡en los genitales!

Como lo lees: las fiestas blancas consisten en mantener relaciones sexuales tras introducir cocaína en los genitales. 

Esta sigue siendo una práctica poco frecuente, limitada muchas veces al ámbito de la prostitución y, aunque suele practicarse entre hombres, existen casos de mujeres que se han visto forzadas a hacerlo. 

Celia Prat, jefa del equipo de formación de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD. Madrid, España) explica que, “al estar en contacto con las mucosas masculinas, la cocaína -que hace que la sangre quede almacenada- permite que la erección se pueda mantener por más tiempo”.

Es de todos sabido que los efectos de la cocaína son estimulantes, principalmente se experimenta una sensación de euforia, quita el sueño y el hambre, y en algunas personas, puede incrementar el deseo sexual -sensación ficticia, desde luego, debido al “subidón”-.

Pero resulta que la cocaína también tiene un efecto anestésico local por lo que, al aplicarla en los genitales, adormece la zona y con ello, las sensaciones placenteras. Cuando mucho, “podrá retardar la eyaculación o facilitar prácticas sexuales que son dolorosas”, explica Josep Rovira, director del área de drogas de la ABD: Asociación Bienestar y Desarrollo, ONG que apoya a personas en situación de fragilidad social.

Rovira afirma que, por su efecto anestésico, la cocaína quita la sensibilidad, por lo que “no hay una explicación lógica en querer producir los efectos por esa vía”

Esto hace suponer que las fiestas blancas se realizan más bien con fines de abuso, por “vivir la experiencia anecdótica” o como “una fantasía e incluso a una cierta perversión”, movida más por el “morbo” que por la “lógica”. 

Slamsex, consumo de drogas por vía intravenosa para tener sexo

Es una variante del chemsex, sólo que en estas sesiones, las drogas son inyectables, lo que multiplica el peligro.

La Dra. Helen Dolengevich, psiquiatra de Apoyo Positivo del Programa de Patología Dual del Hospital Universitario del Henares, indica que las drogas más comunes usadas en este tipo de fiestas son la mefedrona, GHB/GBL y metanfetamina, aunque también hay casos en los que se consume la ketamina, cocaína, MDMA, ‘poppers’   

Según la experta, “hay psicopatologías que pueden derivarse de estas prácticas, sobre todo cuando las sustancias se consumen de forma intravenosa, lo que favorece la aparición de episodios psicóticos inducidos, agitación o conducta suicida.”

Además de los efectos en el cerebro, compartir agujas es la vía directa a contagios de ETS como VIH/SIDA y hepatitis C, entre otras.

En la adolescencia, según el Dr. Celso Arango, jefe del Servicio de Psiquiatría Hospital General Universitario Gregorio Marañón, los peligros son mayores, ya que “los efectos de las sustancias consumidas se presentan en un cerebro en desarrollo, y sus consecuencias nocivas (neurobiológicas y conductuales) suelen ser más graves.” Puedes leer más aquí: Conoce las prácticas sexuales más arriesgadas entre los jóvenes universitarios y sus efectos a largo plazo

Peligros de mezclar sexo y drogas en la era del fentanilo

A las prácticas de por sí riesgosas como el chemsex o las fiestas blancas, se suma un enemigo aún más letal: el fentanilo. Se trata de un fuerte opioide sintético similar a la morfina, pero entre 50 y 100 veces más potente, informa el National Institute on Drug Abuse (National Institutes of Health).

En su forma médica (legal), este fármaco puede ser recetado a pacientes con dolores intensos, especialmente después de una operación quirúrgica o con cáncer terminal.

El gran peligro del fentanilo, legal o ilegal, es que es terriblemente adictivo y los usuarios necesitan consumir dosis cada vez más altas y más frecuentes (como pasa con cualquier droga) para conseguir el mismo efecto.

El fentanilo, tema ya recurrente en los medios de comunicación, también se produce de forma sintética e ilegal. Esta es la droga más comúnmente asociada a muertes por sobredosis en Estados Unidos.

Tal vez el primer caso conocido haya sido el del cantante Prince, quien murió precisamente por sobredosis de fentanilo.

¿Qué tiene que ver el fentanilo con el sexo? 

Si bien no es una droga que se use para incrementar la excitación o desinhibir, como las usadas en el chemsex, si es posible (dadas las condiciones en que se organizan las fiestas de sexo y drogas), que venga mezclado con otras sustancias y se introduzca en el cuerpo sin saberlo.

El fentanilo fabricado en laboratorios clandestinos, se vende en forma de polvo, vertido en gotas sobre papel secante, en envases de gotas para los ojos, rociadores nasales o pastillas parecidas a otras. 

Algunos comerciantes de drogas mezclan el fentanilo con otras drogas como heroína, cocaína, metanfetamina y MDMA, todas típicas del chemsex. Basta una mínima cantidad de fentanilo para poner un “gran colocón”, lo que abarata la droga. ¿El resultado? Altísima probabilidad de sufrir una sobredosis. 

Al igual que la heroína o la morfina, el fentanilo se une a los receptores opioides del cerebro que controlan el dolor y las emociones. El cerebro se adapta rápidamente a la droga y su sensibilidad disminuye, lo que dificulta experimentar placer sin la droga. 

Entre los efectos del fentanilo, se encuentran:

  • Sensación de felicidad extrema
  • Aletargamiento
  • Disfunción eréctil, falta de deseo y/o anorgasmia
  • Náuseas
  • Confusión
  • Estreñimiento
  • Sedación
  • Problemas respiratorios
  • Hipoxia (menor cantidad de oxígeno al cerebro) con daños permanentes. 
  • Pérdida del conocimiento, coma y muerte.

Consideraciones finales

Como hemos visto, aumentar la excitación a través de las drogas es algo ilusorio, pero sobre todo, peligroso.

Cada sustancia afecta de forma diferente al desempeño sexual de una persona, pero a largo plazo, todas dañan severamente la salud sexual. 

Las drogas y el sexo son una mezcla letal. Está más que demostrado que los estupefacientes no mejoran las relaciones sexuales e interpersonales, de hecho, las empeoran. 

Aunque se crea lo contrario, las drogas y el sexo no combinan.

El apoyo psicológico, particularmente la terapia cognitivo-conductual, es lo más indicado para tratar las adicciones, ya que ayuda a modificar comportamientos con relación al consumo de la droga y a manejar los factores desencadenantes, así como el estrés de la abstinencia.

Consulta con un médico experto para retomar una vida sana y libre de adicciones que perjudiquen tu salud sexual. 

¡Hasta el próximo artículo!

Artículo validado por Juan Manuel Martinez Preciado, Médico Cirujano con Maestría en Sexología clínica, epidemiólogo, integrante del grupo de dirección médica internacional Boston Medical Group.

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