El cáncer de próstata es curable si se detecta a tiempo. Sin embargo, los tratamientos como la cirugía, la radiación o la quimioterapia, pueden dejar secuelas. Esto no significa que la vida sexual quede cancelada, pero sí habrá que adaptarse a las nuevas circunstancias. Uno de los posibles efectos secundarios de la cirugía radical de próstata, es la alteración de la función eréctil, ya que es muy difícil preservar los nervios que intervienen en la erección y están adheridos a este órgano. ¿Las terapias del cáncer de próstata pueden provocar trastornos sexuales irreversibles? Los expertos en salud sexual masculina de Boston Medical Group informan que, con el tratamiento adecuado, es posible volver a tener relaciones sexuales satisfactorias y te lo explicaremos a continuación. ¿Nos acompañas?
¿Qué es la próstata?
La próstata es una glándula que produce líquido seminal, nutre y transporta al esperma. Este órgano se encuentra debajo de la vejiga y delante del recto. Justo detrás de la próstata se encuentran las vesículas seminales, que producen la mayor parte del semen. La uretra, que es el conducto que transporta la orina y el semen fuera del cuerpo a través del pene, pasa por el centro de la próstata. El tamaño de la próstata puede cambiar a medida que el hombre envejece, pero cuando lo hace de forma anormal, es una señal de alerta.
El cáncer de próstata se origina cuando las células de la próstata crecen de forma desorganizada, fuera de control.
De acuerdo con la American Cancer Society, casi todos los cánceres de próstata son adenocarcinomas (que tienen su origen en células que constituyen el revestimiento interno de las glándulas de secreción externa) y se desarrollan a partir de las células glandulares (células que producen el líquido prostático que se agrega al semen).
La mayoría de los cánceres de próstata crecen lentamente. Es por eso que algunos hombres llegan al final de su vida sin haberse enterado que padecían esta enfermedad, o bien, aun siéndoles diagnosticada -lo que suele ocurrir a una edad avanzada- pueden continuar sin tratamiento y siguiendo apenas algunas medidas de control.
Detectar el cáncer en etapas tempranas permite contar con más opciones de tratamiento. El problema es que, muchas veces, el cáncer de próstata no presenta síntomas o se manifiesta en etapas ya muy avanzadas. Según datos del Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI, 2012), 75% de los pacientes con cáncer de próstata acuden al médico cuando la enfermedad ya se encuentra muy avanzada. Si a esto sumamos el hecho de que este padecimiento suele presentarse en hombres mayores de 65 años, es entendible que, en ocasiones, las terapias del cáncer de próstata puedan provocar trastornos sexuales irreversibles.
La importancia de la detección temprana
La Sociedad Americana Contra el Cáncer recomienda hablar con el médico para qué, con base en la edad, estado de salud, posibles síntomas o antecedentes familiares, entre otros factores de riesgo, decidan si deben o no hacerse las pruebas de detección para el cáncer de próstata.
Según esta institución, sólo es recomendable hacer una prueba de detección temprana de cáncer de próstata:
- Al cumplir 50 años para los hombres con riesgo promedio de cáncer de próstata y que se espera vivan al menos 10 años más.
- Al cumplir 45 años para los hombres que están en alto riesgo de padecer cáncer de próstata, como varones de raza negra y aquellos cuyos parientes de primer grado (padre o hermano) recibieron un diagnóstico de cáncer de próstata a una edad temprana (menores de 65 años).
- Al cumplir 40 años para los hombres con un riesgo aún mayor (aquellos con más de un pariente de primer grado que ha tenido cáncer de próstata a una edad temprana).
El Instituto Nacional de Cancerología (México), indica cuáles son los métodos usuales de detección de cáncer de próstata en etapa temprana:
- Prueba Sanguínea de Antígeno Prostático (PSA). El antígeno prostático es una sustancia producida por la próstata tanto por las células normales como por las cancerígenas. A mayor cantidad de antígenos, mayor probabilidad de padecer la enfermedad.
- Examen digital del recto (tacto rectal). El examen rectal se hace con el fin de palpar cualquier abultamiento o área firme en la próstata.
- Ecografía transrectal. Ondas sonoras generadas por una sonda colocada en el recto que crea una imagen de la próstata en blanco y negro.
- Biopsia. Se extrae una muestra del tejido para ser analizada en el laboratorio y determinar la existencia de células cancerosas.
- Estudios por imágenes. Mediante ondas sonoras, rayos X, campos magnéticos o sustancias radioactivas, se obtienen imágenes de la glándula y sus alteraciones.
Diagnóstico positivo
Recibir un diagnóstico de cáncer es un golpe duro que nadie quiere recibir. De un momento a otro, todos los planes, los hábitos, la cotidianeidad, la paz, la familia, el trabajo y desde luego, el sexo, deben ponerse en pausa, hasta que la persona pueda asimilar lo que le está ocurriendo, empiece el tratamiento y logre recuperarse.
Pese a tener que actuar con premura, el paciente tiene derecho a saber qué ocurrirá con todos los aspectos de su vida, particularmente, las relaciones sexuales. No debe asumir que el médico se lo informará. Es necesario hacer preguntas claras.
El cáncer puede cambiar la fisonomía y la función del cuerpo, especialmente el cáncer de próstata. Pero no hay por qué alarmarse, más que una renuncia, será una adaptación a las nuevas circunstancias. De la mano de un experto en salud sexual masculina, es perfectamente posible volver a tener una vida sexual completa y satisfactoria.
Así lo afirma el Dr. José Benítez, director médico de Boston Medical Group: “durante los últimos seis meses hemos tratado a 68 pacientes operados de próstata y con problemas de disfunción eréctil. Durante este periodo, el 88% volvieron a tener relaciones sexuales satisfactorias gracias a los tratamientos prescritos y adaptados a sus condiciones. Sin embargo, es muy importante iniciar un tratamiento rehabilitador de la erección lo más pronto posible después de la cirugía (siempre que el doctor que le ha intervenido haya autorizado el inicio de la vida sexual del paciente) debido a que la entrada de sangre en el pene constituye la oxigenación del órgano. Si transcurre demasiado tiempo sin que se produzcan erecciones, el tejido muscular de la erección puede acabar transformándose en un tejido fibroso que aboque a un proceso irreversible”.
La reacción de cada organismo es diferente; el tiempo de recuperación, la edad o el tipo de tratamiento por el que se haya atravesado, varía mucho de un paciente a otro. Lo que sí es una realidad para todos, es que los órganos sexuales, el deseo sexual, la función eréctil, el estado emocional y la imagen corporal de una persona, serán inevitablemente afectados por el cáncer y su tratamiento.
Los tratamientos del cáncer de próstata como la cirugía, la radiación o la quimioterapia, pueden dejar secuelas.
¿Las terapias del cáncer de próstata pueden provocar trastornos sexuales irreversibles?
Trastornos sexuales, sí, pero no necesariamente irreversibles.
El tratamiento habrá de elegirse de acuerdo a las circunstancias de vida del paciente. Pensemos, por ejemplo, en un hombre de edad avanzada o con salud muy frágil, para quienes la cirugía puede ser un riesgo mayor. Una posibilidad podría ser no tratar el cáncer, sólo controlar su crecimiento. Pero si se tratase de un hombre joven que desea tener familia, los médicos deben considerar otro tipo de alternativas teniendo en cuenta este aspecto, y hablar al paciente de forma honesta acerca de sus opciones, que siempre las hay.
Como ya dijimos, la mayor incidencia de cáncer de próstata se presenta en hombres mayores de 60 años y muchas veces, deben ser sometidos a una prostatectomía radical, una cirugía que implica retirar la próstata, parte del tejido circundante y algunos ganglios linfáticos. En ocasiones se recomienda combinar con otros tratamientos.
Las complicaciones potenciales de una prostatectomía radical incluyen la incontinencia urinaria y la disfunción eréctil. La primera puede tratarse con rehabilitación y medicamentos que ayudan a controlar la orina. En casos más extremos, es necesario implantar un esfínter urinario artificial alrededor de la uretra.
En cuanto a la disfunción eréctil, debes saber que ésta puede ser persistente. No son raros los casos donde los trastornos sexuales son de por vida. Pero hasta para esto hay alternativas.
Entre las más viables está la farmacoterapia intracavernosa, consistente en la aplicación de medicamentos vasodilatadores directamente en el pene, ya sea a manera de inyecciones o supositorios uretrales. Este tipo de tratamiento es bastante seguro y aunque no carece de ciertos efectos secundarios, éstos son tolerables por la mayoría de los pacientes. La ventaja que ofrece es que estos medicamentos sólo actúan en el pene, no en todo el organismo como ocurre con los medicamentos orales (sildenafil y otras sustancias del mismo tipo), lo que puede ser peligroso para un cuerpo ya de por sí, debilitado. Si bien la pareja deberá adaptarse a perder algo de espontaneidad, la farmacoterapia intracavernosa les permitirá volver a tener relaciones sexuales completas siempre que se desee.
Como explica el urólogo Jorge Barba, Director de Boston Medical Group México, “la farmacoterapia intracavernosa es recomendada para pacientes que han sido sometidos a una prostatectomía radical o bien, como tratamiento de efecto inmediato de la disfunción eréctil en hombres que han mostrado escasa respuesta a las pastillas o pueden correr riesgo de infarto o accidente cerebrovascular.”
Otro tipo de terapia del cáncer de próstata que puede provocar trastornos sexuales, es la radioterapia.
Este tratamiento se basa en el uso de energía de alta potencia para destruir las células cancerosas. La radioterapia puede ser externa o interna.
- Radiación externa. Es una opción para tratar el cáncer limitado a la próstata. La máquina se mueve alrededor del cuerpo, dirigiendo rayos X o protones, a la zona del cáncer. La cantidad de radiación y el tiempo que dure el tratamiento, dependerá de la gravedad del cáncer. También puede usarse después de la cirugía para destruir cualquier célula cancerosa que haya quedado o si existe riesgo de que el cáncer pueda diseminarse o recurrir.
- Radiación interna (braquiterapia). Consiste en colocar fuentes radioactivas del tamaño de un grano de arroz que se introducen en el tejido prostático, una especie de semillas radioactivas. Las semillas administrarán una dosis baja de radiación durante un período prolongado.
Las técnicas de radioterapia han avanzado mucho y eso permite que los efectos secundarios sean menos agresivos y frecuentes. Pueden aparecer a nivel urinario, digestivo o sexual.
Al igual que en la cirugía de próstata, la consecuencia más importante de la radioterapia en la función sexual, es la disfunción eréctil, que puede presentarse incluso años después del tratamiento.
La radiación puede afectar los nervios de la región pélvica o bloquear el flujo sanguíneo hacia el pene (los vasos sanguíneos pierden su capacidad elástica por el tejido cicatricial en los vasos). La buena noticia es que, en la mayoría de los casos, la función eréctil se recupera después de un periodo de rehabilitación una vez terminado el tratamiento.
Por otra parte, está la quimioterapia, uno de los procedimientos más comunes para tratar cualquier tipo de cáncer, incluido el de próstata.
A diferencia de la radioterapia que se aplica de forma localizada, la quimioterapia actúa en todo el cuerpo por lo que, durante el tratamiento, el paciente sentirá malestares fuertes como cansancio excesivo, náuseas, problemas intestinales o de vejiga, dolor u otros cambios como la pérdida del cabello. La quimioterapia también puede disminuir el nivel de testosterona, lo que puede derivar en disfunción eréctil y ausencia de deseo sexual.
Cabe aclarar que estos cambios son transitorios. Como sucede con la radiación, poco a poco se irá normalizando tanto la función como el apetito sexual.
Lo que sí debe tomarse en cuenta, es que la autoimagen y el estado de ánimo del paciente, pueden ser muy afectados. Lo cual también se puede tratar con terapia psicológica y apoyo por parte de los familiares y la pareja.
Conviene consultar, además del oncólogo, a un uroandrólogo y/o sexólogo que ayude en la recuperación sexual del paciente.
Consideraciones finales
El pene, al igual que cualquier otro órgano que sufra daños, puede rehabilitarse. Las terapias del cáncer de próstata pueden provocar trastornos sexuales que no necesariamente son irreversibles.
La medicina cuenta con herramientas muy eficaces y valiosas como la asesoría sexológica para ayudar a pacientes y parejas, a recuperar su vida sexual.
¡Gracias por tu lectura!
Artículo validado por el Dr. Jesse Jarrod Jimenez, Médico Especialista en Cirugía General, Urología, Andrología y Medicina Sexual de Boston Medical Group en México, Monterrey.
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