Se calcula que una de cada cuatro personas se contagia de alguna Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS) durante el primer año de vida sexual activa. La razón es que no usan un método de protección como el preservativo. La mayoría de estas enfermedades se tratan con medicamentos y no producen consecuencias graves a futuro. Pero algunas otras como el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH, por sus siglas en inglés), sí pueden dejar secuelas que afecten permanentemente la vida sexual de un individuo. Hasta ahora no se sabe con certeza si una enfermedad de transmisión sexual puede causar disfunción eréctil, aunque algunos estudios apuntan a que esto es posible. ¿Cuáles son las enfermedades de transmisión sexual más comunes y qué efectos tienen en la disfunción eréctil? Te proporcionamos información confiable para que despejes tus dudas, así que quedas invitado a continuar leyendo este artículo. ¿Nos acompañas?
Enfermedades de transmisión sexual
Contraer una Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS) es muy fácil si se tienen varias parejas a lo largo de la vida y con al menos una, si no se toman las precauciones necesarias, como usar preservativo. La vía de contagio puede ser vaginal, anal u oral, siendo ésta última en la que menos se protege una persona.
Las enfermedades de transmisión sexual se contraen a partir del intercambio de fluidos como el semen, el flujo vaginal o la sangre contaminados por bacterias, hongos, virus y parásitos.
¿Cuáles son las enfermedades de transmisión sexual más comunes? Una reconocida marca de condones hizo un conteo hace poco y determinó que actualmente existen más de 20 tipos distintos de ETS, siendo las siguientes las más comunes. Algunas de ellas sí podrían causar disfunción eréctil.
Clamidia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) 131 millones de personas se infectan de clamidia cada año. Ésta es una enfermedad causada por una bacteria llamada Chlamydia trachomatis y puede afectar distintas zonas del cuerpo como la vagina, el recto, la garganta o el cuello del útero. En el caso de los hombres las partes más afectadas pueden ser la uretra, la garganta y el recto. La clamidia puede no presentar síntomas, por lo que es difícil darse cuenta que uno la tiene y así, infectar a otros. En algunas personas, la clamidia sí llega a manifestar síntomas varias semanas después de tener relaciones sexuales con una pareja infectada. Éstos pueden ser: flujo vaginal anormal de fuerte olor en las mujeres, ardor al orinar o dolor durante las relaciones sexuales. Si la infección se extiende a otros órganos, se podría llegar a experimentar dolor abdominal bajo, náuseas o fiebre.
En los hombres, la clamidia produce secreción del pene, ardor al orinar, ardor o comezón alrededor de la uretra y dolor e inflamación en uno o ambos testículos. Si lo que se ha infectado es el recto, puede haber dolor en esa zona, secreción o sangrado. De no tratarse a tiempo, la clamidia puede causar enfermedad inflamatoria pélvica en las mujeres, propagarse al útero y las trompas de Falopio y dañando de forma permanente el aparato reproductor (infertilidad o embarazo ectópico).
Los hombres en general no presentan problemas posteriores, aunque se sabe de casos donde el epidídimo (tubo por el que se trasladan los espermatozoides) resulta afectado y produce dolor, fiebre o en raras ocasiones, infertilidad.
La clamidia se cura con antibióticos, aunque éstos no son la solución si hay daño permanente en otros órganos.
Hasta ahora no se ha comprobado asociación alguna entre esta enfermedad de trasmisión sexual y la disfunción eréctil, ya que ni la estructura del pene ni el sistema cardiovascular, se ven afectados.
Herpes. Esta ETS puede ser causada por dos tipos de virus: el VHS-1, que afecta principalmente boca y labios, aunque también se contagia en los genitales; y el VHS-2 o herpes genital, que se transmite al contacto con la piel o con secreciones genitales y orales.
La mayoría de las personas infectadas no presentan síntomas o éstos son muy leves. Normalmente aparecen entre los dos y doce días después de la exposición al virus. Puede haber dolor o comezón, pequeñas erupciones rojizas o ampollas blancas diminutas, úlceras (si las ampollas se rompen, exudan o sangran) y costras cuando las úlceras cicatrizan.
También es posible que aparezcan síntomas parecidos a los de la gripe (dolor de cabeza, dolores musculares y fiebre) o bien, inflamación en los ganglios linfáticos en la ingle.
En los hombres, el herpes genital también puede ocasionar uretritis (ardor al orinar o aun sin orinar en toda la uretra). La salida de pus por la uretra es poco frecuente, pero no excepcional; inflamación del recto, disfunción del sistema nervioso (en ocasiones se manifiesta con retención urinaria, estreñimiento, debilidad o disfunción eréctil no permanente, aunque es muy poco frecuente) y linfangitis del pene (inflamación de los vasos linfáticos del pene).
Gonorrea. Se calcula que alrededor de 78 millones de personas en todo el mundo, se contagian de gonorrea cada año (información de la OMS).
La bacteria Neisseria gonorrhoeae es la responsable de esta ETS que infecta los genitales, el recto y la garganta, básicamente; aunque también puede alojarse en los ojos o las articulaciones. Se manifiesta de forma parecida a la clamidia, con comezón anal, secreciones parecidas a la pus y sangre (que se verá en el papel higiénico) al hacer esfuerzo durante la defecación.
En los ojos, puede haber dolor, sensibilidad a la luz y en raras ocasiones, secreciones; mientras que en la garganta puede existir inflamación de los ganglios linfáticos en el cuello, dolor y en general, síntomas a los de cualquier otra infección común en esta parte del cuerpo.
La gonorrea también puede derivar en lo que se conoce como artritis séptica, es decir, por infección. En este caso, las articulaciones afectadas pueden sentirse calientes, verse enrojecidas, hinchadas o con mucho dolor.
Las consecuencias de una gonorrea no tratada pueden ser tan graves como infertilidad en los hombres, debido a la inflamación del epidídimo o una mayor propensión a contraer VIH/SIDA al debilitar el sistema inmune.
Afortunadamente, no existe una asociación directa entre la gonorrea y la disfunción eréctil y el tratamiento con antibióticos suele ser suficiente para sanar.
Sífilis. Es una enfermedad bacteriana que suele contagiarse a través del contacto con llagas de la boca o genitales de una persona infectada. En sus últimas etapas, obviamente las más severas, puede producir daño cerebral, ceguera o parálisis. La sífilis se manifiesta en varias fases que pueden ocurrir simultáneamente. En su primera etapa, la llaga o chancro, como también se le conoce, se hace visible. Se trata de úlceras indoloras que aparecen en los genitales alrededor de las 3 tres semanas a 3 meses del contacto con una persona infectada. Estas laceraciones son sumamente contagiosas y aun cuando desaparezcan con tratamiento de antibióticos, es importante saber que la infección no se cura. Esta ETS permanece latente en el cuerpo y puede contagiar a otros compañeros sexuales.
En la segunda etapa, la sífilis se presenta con erupciones en las palmas de las manos, las plantas de los pies u otras partes del cuerpo, que pueden durar de 2 a 6 semanas. También puede haber fiebre, dolor de garganta, dolores musculares, cefalea (dolor de cabeza), fatiga excesiva y pérdida de peso. Dado que estos síntomas son intermitentes (aparecen y desaparecen), es posible que se confundan con otra enfermedad. Es por esta razón que la sífilis puede tener consecuencias tan graves a largo plazo, porque no se diagnostica en etapa temprana.
La enfermedad puede quedar latente y asintomática, lo que aumenta el peligro de contagiar a otros si no se usa protección.
En la tercera etapa, que es la más severa, causa daños irreversibles en el cerebro y otros órganos como los ojos o las extremidades (ceguera y parálisis). Esta fase puede aparecer hasta 30 años después del contagio y el paciente nunca haber sabido que padecía una ETS.
Aunque no es causa directa, la sífilis es una de las enfermedades sexuales que sí se asocian a disfunciones sexuales masculinas como enfermedad de Peyronie (curvatura peneana) o disfunción eréctil, ya que puede perjudicar los tejidos del pene o los vasos sanguíneos que llevan la sangre a los genitales para lograr la erección.
Además de las afectaciones directas en los órganos, algunos medicamentos (para tratar úlceras, por ejemplo) pueden tener como efecto secundario los problemas de erección. El médico debe indicar, si es el caso, qué alternativas son viables para combatir la sífilis sin perjudicar la función sexual.
Infección por tricomonas o Tricomoniasis. El parásito identificado como Trichomonas vaginalis, puede invadir el organismo a través de las relaciones sexuales. Es lo que se conoce como una “enfermedad venérea” ya que no es tan peligrosa como otras ETS. Los síntomas pueden variar y por lo general, no son evidentes. Se cree que 7 de cada 10 personas son asintomáticas. Sin embargo, es factible que las mujeres presenten flujo vaginal verdoso, gris o amarillento, mal olor, picazón y ardor al orinar o mantener relaciones sexuales.
Los hombres -muy rara vez- pueden manifestar comezón o irritación al interior del pene, secreciones o dolor al orinar.
La tricomoniasis puede curarse con antibióticos, pero si no se termina el tratamiento, la infección continuará exponiendo al paciente a un mayor riesgo de contraer VIH por vía sexual, infección en la uretra o en la próstata y derivadas de éstas, disfunciones sexuales como eyaculación precoz o en casos más graves, disfunción eréctil.
Virus de Papiloma Humano (VPH). El VPH afecta a 1 de cada 4 adolescentes y es una de las ETS más frecuentes a nivel mundial.
Existen dos diferentes tipos de virus del papiloma humano: de bajo y de alto riesgo. El VPH puede tener consecuencias graves como la aparición de algunos tipos de cáncer (cervical, de garganta o de cuello uterino).
Se dice que casi todas las personas sexualmente activas contraerán VPH en algún momento de su vida. Aunque en la mayoría de los casos la enfermedad desaparece sola sin que la persona se dé cuenta de que la tuvo, en algunos hombres puede notarse la aparición de verrugas genitales que se eliminan con procesos ambulatorios sencillos.
Un dato importante es que esta es la única ETS para la que existe una vacuna, lo que puede ayudar a prevenirla, además del uso de condón.
Al ser una enfermedad prácticamente invisible y que tiende a curarse sola, no hay ningún factor que pueda asociar el virus de papiloma humano a la disfunción eréctil.
Virus de Inmunodeficiencia Humana o VIH. Es una de las ETS de más alto riesgo, ya que destruye el sistema inmune y vulnera el estado de salud general de la persona. El virus puede permanecer durante largo tiempo en el organismo sin manifestar síntomas, por ello es necesario realizar exámenes de detección periódicos si se tienen relaciones sexuales sin protección o con varias parejas sexuales eventuales.
Desde su aparición en los años 70, hemos aprendido mucho acerca de las formas de contagio y de cómo se comporta este virus en el cuerpo. La expectativa de vida es larga si se toman los tratamientos disponibles, pero siempre en el entendido de que los hábitos sexuales y de vida deben cambiar radicalmente. Al ser un paciente inmunodeprimido, se es más proclive a contraer cualquier enfermedad no necesariamente sexual, como la COVID-19, por ejemplo.
Si bien el VIH no es causa directa de disfunción eréctil, los efectos emocionales que produce en la persona que lo padece, sí pueden llevar a padecer impotencia sexual masculina de origen psicológico, ya sea por miedo a contagiarse de alguna enfermedad, de contagiar a otros o de que el sexo ya no sea tan disfrutable como antes.
Consideraciones finales
Éstas son las enfermedades de transmisión sexual más comunes y sus efectos en la disfunción eréctil. Es bueno saber que todas ellas pueden prevenirse usando condón, barreras bucales para sexo oral y visitando al médico regularmente. Por lo que te recomendamos que resguardes tu salud sexual disfrutando de las relaciones íntimas de forma segura, higiénica y cuidada. Ante cualquier duda o si notas algo que llame tu atención no dudes en contactar a un médico experto en salud sexual masculina, porque es el profesional indicado para ayudarte.
¡Hasta pronto!
Artículo validado por Juan Manuel Martinez Preciado, Médico Cirujano con Maestría en Sexología clínica, integrante del grupo de dirección médica internacional Boston Medical Group.
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