Al igual que cualquier problema de salud, la disfunción eréctil debe ser tratada oportunamente. En primer lugar, porque puede ser síntoma de una enfermedad grave no diagnosticada; en segundo, porque el tejido normal y saludable del pene, puede perder su elasticidad, agudizando el problema o incluso, volviéndolo irreversible. Una de las mejores alternativas a corto plazo, son los medicamentos de aplicación directa. Supositorios de Alprostadil o inyecciones en el pene, ¿qué es mejor para la disfunción eréctil? Ambos tipos de farmacoterapia intracavernosa ayudan en casos donde los tratamientos de primera línea, no son la opción.
¡Comencemos con el desarrollo del tema del día!
¿Qué es la disfunción eréctil?
La disfunción eréctil o impotencia sexual masculina es la incapacidad para alcanzar una erección o mantenerla el suficiente tiempo y con la rigidez necesaria para lograr la penetración. Aunque es más frecuente a partir de la mediana edad (40 años), cada vez más hombres jóvenes la padecen debido a su estilo de vida o alguna enfermedad preexistente.
El 90% de los casos de disfunción eréctil se debe a factores orgánicos como problemas circulatorios, cardiovasculares, aterosclerosis, lesiones en la médula espinal, diabetes, hipertensión, problemas hormonales, cirugías de próstata o efectos secundarios de algunos medicamentos. Las líneas de tratamiento serán recomendadas por el especialista en salud sexual masculina, dependiendo de los factores de riesgo de cada paciente.
Para que se produzca la erección, es necesario que los cuerpos cavernosos del pene se llenen de sangre. Si el flujo sanguíneo no llega en cantidad o fuerza suficientes hasta estos conductos, la erección no se produce. Por eso es necesario dilatar -abrir, ensanchar- las paredes de los vasos sanguíneos.
Los fármacos vasodilatadores sirven para tratar una variedad de afecciones que tienen que ver con la circulación de la sangre, como la presión arterial alta, insuficiencia cardíaca, hipertensión pulmonar y disfunción eréctil. Estos medicamentos relajan los músculos de las paredes de las arterias y las venas, lo que evita que se endurezcan o estrechen.
Los supositorios de Alprostadil o inyecciones en el pene, conocidos técnicamente como farmacoterapia intracavernosa, cumplen con esta función, con la ventaja de que actúan sólo a nivel local, es decir, exclusivamente sobre los vasos sanguíneos del pene.
Tratamientos de primera línea para disfunción eréctil
En muchas ocasiones hemos hablado de tratamientos de primera, segunda o hasta tercera línea para solucionar disfunciones sexuales. ¿A qué se refiere esta clasificación? Los tratamientos de primera línea son, digamos, la primera opción que ofrece el médico como recurso terapéutico. Refiriéndonos concretamente a la disfunción eréctil, los tratamientos de primera línea más frecuentemente recomendados son los medicamentos orales, las bombas de vacío, la terapia sexual y la terapia de ondas de choque, procedimiento no invasivo que también se maneja cuando el objetivo es a largo plazo.
Los medicamentos vasodilatadores orales son de sobra conocidos: Sildenafil (Viagra), Tadalafilo, Vardenafilo, Avanafil. y lodenafil, activos que promueven la relajación de las paredes de los vasos sanguíneos del pene para que la sangre llegue en mayor cantidad y con más presión al miembro y lograr la erección. Sin embargo, estos fármacos no son para todo el mundo. Las pastillas para la disfunción eréctil funcionan siempre y cuando las circunstancias del paciente lo permitan.
Por un lado, los efectos secundarios pueden ser intolerables para muchos hombres -a eso se debe la alta tasa de abandono-. El paciente puede experimentar mareos, dolor de cabeza, visión borrosa, diarrea, enrojecimiento de la piel o desmayos, entre otros síntomas.
Por otra parte, son medicamentos que se deben manejar con precaución en personas con afecciones cardiacas o pacientes que toman medicamentos con nitratos, con presión arterial muy baja o hipertensión y personas con enfermedades hepáticas o renales en proceso de diálisis, por mencionar algunos casos.
Cuando un tratamiento de primera línea como los vasodilatadores orales, no funciona o el paciente no es candidato a tomarlos, se ofrece una segunda opción: farmacoterapia intracavernosa, es decir, supositorios de Alprostadil o inyecciones de fármacos aplicados directamente en el pene.
¿Qué es el Alprostadil?
Según el portal P.R. Vademecum, el Alprostadil es un fármaco vasodilatador inhibidor de la agregación plaquetaria y estimulante del músculo liso, usado como tratamiento paliativo para mantener, en forma temporal, la permeabilidad del conducto arterioso hasta que pueda realizarse una cirugía correctora en personas con defectos cardíacos congénitos como atresia pulmonar, estenosis pulmonar, atresia tricuspídea o interrupción de la arcada aórtica, entre otros padecimientos.
También es usado como coadyuvante en el tratamiento de la hipertensión pulmonar y en pacientes sometidos a reemplazo de válvula mitral. Además, es uno de los medicamentos más usados para tratar la disfunción eréctil.
Los supositorios de Alprostadil se insertan por la uretra con la ayuda de un dispositivo diminuto que facilita el proceso. El medicamento se absorbe en el tejido que rodea la uretra (cuerpo esponjoso) y se transfiere a las cámaras eréctiles (cuerpos cavernosos) a través de pequeños vasos sanguíneos. El tejido eréctil se relaja y permite el paso de la sangre, produciendo la erección.
El supositorio de Alprostadil comienza a actuar dentro de los primeros 5 a 10 minutos y el efecto dura de 10 a 30 minutos, tiempo en el cual debe llevarse a cabo la relación sexual. La erección puede continuar después de la eyaculación, pero bajará en el transcurso de una hora, dependiendo de la dosis que haya indicado el médico.
Los supositorios uretrales son menos usados porque generan síntomas irritativos y dolor en la uretra en los pacientes que los usan. El médico dará instrucciones precisas en el consultorio para que el paciente lo haga posteriormente por sí mismo en casa.
Antes de insertar el medicamento, el paciente debe orinar, ya que la pequeña cantidad de orina que queda en la uretra, ayuda al pene a absorber el medicamento.
Los supositorios de Alprostadil son una alternativa para casos de disfunción eréctil de grado medio a severo o bien, para pacientes no aptos a tomar medicamentos orales. Aunque son bastante seguros, también pueden tener algunas desventajas, como la falta de espontaneidad en el acto sexual, dolor de leve a moderado en la uretra o en algunos casos, ardor o picazón vaginal en la pareja. Para eso, la solución puede ser usar preservativo.
Inyecciones en le pene
Explica Juan Manuel Martinez Preciado, Médico Cirujano con Maestría en Sexología clínica, integrante del grupo de dirección médica internacional Boston Medical Group, que “la inyección intracavernosa es un recurso diagnóstico y terapéutico que consiste en la aplicación directa de una droga vasoactiva en los cuerpos cavernosos del pene.”
La farmacoterapia intracavernosa (FIC) empezó a implementarse en medicina sexual desde los años 80. En esa época, los tratamientos para la disfunción eréctil se basaban solamente en terapia psicológica enfocada en la sexualidad y para casos severos, los implantes de prótesis peneanas, microcirugías vasculares en el pene -la famosa bombita- como únicas formas de tratamiento disponibles.
A partir de la llegada del sildenafil (Viagra) en 1998, el manejo clínico de la disfunción eréctil dio un salto enorme. La gama de tratamientos se amplió a métodos más modernos, eficaces y mucho menos invasivos.
Las inyecciones en el pene, que ya se habían estudiado y aplicado, se popularizaron como auxiliar en el diagnóstico, para determinar la funcionalidad anatómica del pene, y desde luego, como herramienta de segunda línea de intervención, cuando el paciente no ha obtenido buenos resultados con otros métodos.
Según un análisis publicado en Sex Medicine Review (Inyección intracavernosa para el diagnóstico, evaluación y tratamiento de la disfunción eréctil: una revisión. 2015), la farmacoterapia intracavernosa o inyecciones en el pene, como se conocen coloquialmente, tiene muchas ventajas tanto para médicos como para pacientes con disfunción eréctil.
Los fármacos vasodilatadores más utilizados en FIC son el Alprostadil y la papaverina, a veces combinadas con fentolamina. La fórmula debe ser preparada de forma individual, es decir, la combinación de activos que se ofrece a cada paciente es distinta, ya que no existe un caso igual a otro. En Boston Medical Group México utilizan esta terapia en fórmulas magistrales, es decir, una mezcla de medicamentos en dosis cuidadosamente calculadas para cada persona, totalmente personalizadas, con base en las características individuales del paciente. La razón es que cada paciente es único y tanto su disfunción, como la reacción de su cuerpo, varían de un hombre a otro.
Las inyecciones de Alprostadil u otras combinaciones de vasodilatadores en el pene, se utilizan en el diagnóstico junto con el ultrasonido doppler y otras herramientas para detectar anomalías vasculares como insuficiencia arterial o fuga venosa.
El tratamiento FIC puede ser útil en la terapia para pacientes con baja respuesta a medicamentos orales.
Este tipo de tratamiento es frecuente en pacientes que han sufrido trauma pélvico, que han pasado por una prostatectomía radical o bien, antes de intervenciones quirúrgicas para solucionar la curvatura peneana (enfermedad de Peyronie).
Los fármacos inhibidores de fosfodiesterasa 5 (Sildenafil, Vardenafil, Tadalafilo) han sido considerados como el tratamiento de primera línea para la disfunción eréctil por sus efectos sobre el óxido nítrico a nivel vascular. Sin embargo, los pacientes con contraindicaciones para el uso de estos medicamentos, pueden encontrar baja o nula respuesta a éstos. Nos referimos a individuos con padecimientos como enfermedad vascular periférica grave, diabetes mellitus o cirugía reciente de próstata.
La farmacoterapia intracavernosa también es una opción para el tratamiento inmediato de la disfunción eréctil si el paciente la elige por encima de los medicamentos orales. El médico debe asesorarle sobre el abordaje más conveniente.
A pesar de las ventajas y excelente tasa de éxito de la FIC, vale la pena hacer algunas observaciones:
- Los pacientes que padecen enfermedad de Peyronie, deben saber que las inyecciones en le pene pueden agravar la fibrosis del pene. Nuevamente, será el médico quien le ofrezca alternativas de acuerdo a cada caso.
- Las inyecciones en el pene requieren de cierta habilidad manual y agudeza visual para su aplicación. Personas con obesidad mórbida, Parkinson o débiles visuales, pueden necesitar ayuda de la pareja o bien, otro tipo de tratamiento. Los pacientes con trastornos psiquiátricos graves que pudieran abusar del tratamiento, también deben ser excluidos.
- Los pacientes deben ser informados sobre los beneficios y limitaciones de la farmacoterapia intracavernosa antes de comenzar el tratamiento.
- Se trabaja, como indicamos al principio, a corto y largo plazo, siempre considerando que habrá un periodo de rehabilitación de la función sexual más prolongado y paralelamente, hay que mantener en buen estado la elasticidad de los tejidos del pene. Esto permitirá al paciente lograr erecciones confiables desde el inicio de su tratamiento y seguir disfrutando de su vida sexual.
- Por otro lado, la terapia psicosexual ayuda a las parejas a superar los efectos emocionales que trae consigo el padecer una disfunción. Los problemas de erección suelen generar estrés, ansiedad, sensación de pérdida o conflictos de pareja; por eso es necesario atender este aspecto.
Conclusiones
Como conclusión al tema de, supositorios de Alprostadil o inyecciones en el pene, ¿qué es mejor para la disfunción eréctil? Podemos decir que ambos sistemas de farmacoterapia intracavernosa ayudan al paciente en la recuperación de su vida sexual. Hemos expuesto las ventajas y desventajas de uno y otro. La elección final, corresponde al paciente y a su médico.
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Dicho esto, nos despedimos. Esperamos que este artículo te haya resultado tan interesante como a nosotros escribirlo. ¡Hasta la próxima!
Artículo avalado por Héctor Corredor, Médico Cirujano especialista en Urología con Maestría en Sexología Clínica, Director médico internacional en Boston Medical Group.
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