¿Sabías que la disfunción eréctil es una de las primeras causas de divorcio a nivel mundial? Tal vez no sea la causa directa, pero los problemas de erección generan efectos secundarios que se suceden como reacción en cadena: temor a la infidelidad, inseguridad, falta de comprensión, peleas, falta de deseo, graves daños psicológicos y desde luego, insatisfacción sexual. Todo esto disfrazado de “diferencias irreconciliables”.
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¿Por qué tantas parejas llegan al divorcio a causa de la disfunción eréctil?
Porque es algo de lo que no se habla. Si para el individuo que la padece es difícil asimilar el tema, es más complicado aún entender que éste es un problema de dos. Nunca mejor dicho. Las parejas pueden ignorar que su cónyuge tiene disfunción eréctil, hasta que son ellas quienes empiezan a sufrir las consecuencias.
Hace pocos años, las parejas no se divorciaban. A hombres y mujeres se les enseñaba que el matrimonio era para toda la vida, sin importar lo que uno u otro tuvieran que aguantar. ¿Eran más felices que las parejas de ahora? Muy probablemente no, pero la infelicidad era una parte del paquete y se aceptaba con resignación, así que más valía conciliar las “diferencias”. De insatisfacción sexual, ¡ni hablar! ¿Cómo iba a ser eso una causa de divorcio?
Hoy, al menos la mitad de los vínculos de pareja terminan en separación. Entre las primeras “diferencias irreconciliables” -salomónica decisión que libera a ambos de culpa y de tener que dar explicaciones- están la infidelidad, violencia física o emocional, problemas de dinero, falta de comunicación y sí, la falta de sexo.
Como dato cultural, durante el siglo XIII en Europa, la disfunción eréctil (que entonces ni se sabía que existía tal problema de salud masculina), era la única razón aceptable para la anulación del matrimonio. Si el objetivo era procrear una familia, era válido renunciar al vínculo si el hombre no era capaz de dar descendencia a una mujer. De hecho, se consideraba un fraude. Ya nos podemos imaginar lo que era presentar pruebas.
De acuerdo con un relato publicado en The Paris Review, si el marido estaba incapacitado para tener una erección, el Congreso podía intervenir, incluso en el dormitorio, donde “todo lo que envolvía el par copulante eran delgadas pantallas de papel. En otros casos, la pequeña multitud se reunía detrás de una puerta medio abierta o en una antecámara. Todo el evento de prueba duraba aproximadamente dos horas. Al entrar, cada parte fue desnudada y examinada en todos los orificios disponibles, buscó viales de sangre y verificado el uso de astringentes. Posteriormente, sus genitales y sábanas estaban sujetas a examen de líquidos.”
Pero la anulación del matrimonio en aquel entonces no era tan fácil como alegar “diferencias irreconciliables”. La mujer debía demostrar -a través de procesos por demás, humillantes- que el matrimonio no se había consumado, es decir, que seguía siendo virgen.
Los hombres de aquella época debieron casarse muy mayores o padecer disfunción eréctil desde muy jóvenes. En cualquier caso, debió haber sido terrible ser sometido a juicio por no poder copular y peor aún, no disponer de una cura para sus problemas de erección.
Ya bastante entrado el siglo XXI, sabemos que más del 50% de los hombres del mundo, padecerán disfunción eréctil aproximadamente a partir de los 40 años (aunque la impotencia sexual masculina se presenta cada vez con más frecuencia en jóvenes).
También sabemos que la ciencia está de nuestro lado y hoy en día disponemos de múltiples opciones de tratamiento para curar la disfunción eréctil.
Los medios de comunicación masivos y digitales, se han abierto desde hace varios años a hablar de disfunciones sexuales masculinas, con información muy completa sobre las alternativas de solución. Entonces, ¿por qué las parejas se siguen separando a causa de la disfunción eréctil?
Las diferencias sexuales en la pareja, ¿son irreconciliables?
Como ya dijimos, la disfunción eréctil es un problema de salud masculina en la cual los síntomas y consecuencias, los sufren dos personas. Por esta razón es que ambos miembros de la pareja deben tomar cartas en el asunto. Ser empáticos, ponerse en los zapatos del otro, hacer a un lado el ego y tomarse de la mano para salir juntos a buscar la solución, es el primer paso. Y no, no es nada fácil.
La reacción más común en las mujeres ante la aparente falta de interés sexual del marido (o la incapacidad para mantener relaciones sexuales con ella), es dudar: ¿es por mí?, ¿ya no le gusto?, ¿me está poniendo los cuernos?
Las dudas son justificadas y él también las tiene: ¿es sólo con ella?, ¿es que ya no me prende?, ¿estoy aburrido?, ¿será que necesito algo de “novedad”?
Aquí unos datos interesantes:
- Cerca del 60% de los varones que acuden a consulta por disfunción eréctil, han tenido experiencias sexuales con otra persona que no es su pareja habitual.
- 38 % de estos individuos, han hecho la ‘prueba empírica de potencia sexual’: al fallar con su pareja, se aventuran a tener relaciones sexuales fuera de su hogar (con otras personas) para comprobar si la “falla” se debe a problemas con su pareja o no.
- Los hombres que padecen disfunción eréctil son 6% más proclives a ser infieles.
Como podemos ver, lo que hay detrás de estas cifras es un primer impulso de echarle la culpa al otro. Miles de casos de “no soy yo, eres tú”.
Pues señoras y señores, dense cuenta, ¡en la disfunción eréctil no hay culpables! No es algo que el hombre haya hecho para provocar la impotencia (al menos no conscientemente) ni que la pareja haya dejado de lucir atractiva.
Es algo que sencillamente pasa. Las causas son muchas y muy variadas, ya sean de origen físico o psicológico. En este blog hay infinidad de artículos disponibles sobre el tema que puedes consultar. Lo que nos ocupa aquí es cómo una pareja vive esta disfunción sexual y sobre todo, cómo evitar que sea causa de separación.
La palabra clave es “conciliar”. Entre los antiguos griegos había algo que se llamaba “discusiones agonales”. En estos debates no se trataba de vencer o de humillar al otro, sino de llegar a una verdad. Las discusiones en pareja deben ser agonales, productivas, sin afán de ganar. El debate es sano siempre y cuando entendamos que no se trata de pelear, sino de ser comprensivo, abrir la mente a los puntos de vista de uno y otro para poder encontrar, juntos, esa verdad que provoque el cambio.
En la comunicación sobre cualquier tema, especialmente en uno tan sensible como es la disfunción eréctil, las palabras deben ser siempre positivas. La empatía, sensibilidad con los sentimientos del otro y la capacidad de ser compasivo, son fundamentales para animar al hombre, que está pasando por uno de los momentos más difíciles de su vida, a buscar ayuda médica.
Muy probablemente él esté deprimido, con miedo, se sienta herido en su amor propio; lo que necesita es un abrazo, no un reproche o que se haga hincapié en el “tú no puedes”, “no me satisfaces”, “no eres capaz”, “hay algo malo en ti”.
No perdamos de vista nunca que la sexualidad es responsabilidad de ambos y si el amor es profundo, maduro y verdadero, los egos se hacen a un lado.
El objetivo es, en primer lugar, solucionar los problemas de erección y después, recuperar el disfrute sexual de ambos y desde luego, la armonía.
Informarse con un especialista en salud sexual masculina es indispensable. Él determinará las causas de la disfunción eréctil a partir de una completa revisión del estado de salud del paciente y en la misma consulta, recomendará un tratamiento.
Las alternativas de tratamiento para la disfunción eréctil son muchas y muy variadas: medicamentos orales, de aplicación tópica, terapia psicológica, terapia de ondas de choque, entre otras, todo siempre complementado por asesoría sexológica profesional.
Esta última se recomienda, si es que hay disponibilidad de ambas partes de tomarla en pareja. Con la guía de un sexólogo experto, podrán encontrar el camino de regreso al placer de una vida sexual plena, solucionar los conflictos que los problemas de erección hayan podido generar y lo mejor, salvar su relación.
Consideraciones finales
- Nadie nos enseña cómo mantener relaciones sexuales sanas, lo vamos aprendiendo en el camino si tenemos la suerte de encontrar una buena compañera (o compañero). Pero cuando se atraviesa algo tan fuerte como la disfunción eréctil, el equilibrio en todos los aspectos de la vida, puede romperse.
- Hombres y mujeres tenemos maneras diferentes de vivir nuestra sexualidad, cada uno tiene sus detonadores, su reloj interno y sus necesidades emocionales. Estas diferencias no son irreconciliables si se encuentra la ayuda adecuada y la comprensión del otro.
- Nuestra pareja es el mejor espejo. Ellos están ahí para mostrarnos aspectos de nosotros mismos que, muchas veces, no somos capaces de ver.
- Los problemas de erección no tienen por qué terminar en divorcio. Actuar a tiempo nos puede ahorrar mucho sufrimiento.
- El sexo es vida y es mucho más hermoso cuando se vive en armonía, con salud y con la persona correcta.
- Atender tus problemas de erección es el primer gran paso para conciliar las diferencias.
Si necesitas ayuda no dudes en solicitar asesoría experta en el tema, podemos ayudarte con mucho gusto. Clic aquí.
¡Hasta pronto!
Artículo validado por el Dr. Jesse Jarrod Jimenez, Médico Especialista en Cirugía General, Urología, Andrología y Medicina Sexual de Boston Medical Group en México, Monterrey.
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