Los orgasmos se generan en el cerebro, aunque la respuesta ocurre en los genitales. En los animales, la sexualidad es 100% copulatoria, mientras que en el ser humano es “masturbatoria”, es decir, está estrechamente ligada a la fantasía, la imaginación y, desde luego, al cerebro.
¿Cómo nace el deseo sexual en el cerebro de los hombres? ¡Acompáñanos en esta lectura para conocer la respuesta!
La libido
Sabemos que, en los humanos, la activación del deseo es compleja, ya que nuestra libido no depende de ciclos definidos de celo. Experimentamos el deseo sexual con base en construcciones mentales y culturales que dan lugar a las reacciones físicas.
Además, para nosotros el acto sexual está cargado de significados y ligado a las emociones. Por algo le llamamos “hacer el amor” a las relaciones sexuales.
Desde un punto de vista fisiológico, la secuencia de eventos está muy bien identificada (respuesta sexual humana, Masters y Johnson), y va activando distintas partes de arriba hacia abajo: el cerebro, la médula espinal y los genitales, hasta llegar al orgasmo o eyaculación, en el caso de los varones. Te invitamos a leer más aquí: Fases de excitación masculina
Estadios del cerebro
Un estudio publicado en la revista Archives of Sexual Behavior, dirigido por el investigador francés Serge Stoleru del Instituto Francés de Investigaciones Médicas (INSERM), definía cinco estadios del cerebro:
- El cerebro interpreta lo que ve, su objeto de deseo, en el lóbulo occipital.
- Se activa la región orbitofrontal derecha, que evalúa si lo que vemos es agradable o no.
- La estimulación de la corteza cíngulo-anterior desencadena reacciones tales como la aceleración de los latidos del corazón, la agitación de la respiración o incluso la erección; todo ello en apenas 0.02 segundos, el tiempo que tardamos en decidir si alguien es deseable sexualmente o no.
Podríamos considerar que es aquí, en la región orbitofrontal, donde nace técnicamente nuestro deseo, aunque como en todo asunto de amor, las cosas nunca son tan sencillas.
- Al tomar conciencia de nuestro deseo, se activa la región cerebral conocida como ínsula derecha, que aumenta el caudal de sangre en el cerebro dirigido a la zona del núcleo caudado derecho.
- Finalmente, médula espinal, testículos, pene y el nivel de testosterona en sangre, trabajan para estimular la zona que, como resultado, presenta una erección.
Se considera sexual todo aquello que nuestro cerebro haya catalogado de esa forma, pero además de la sugestión psicológica, el efecto de nuestro deseo también depende de la testosterona disponible.
La testosterona
La testosterona, hormona responsable de masculinizar el cuerpo, es también un buen combustible para el amor. La testosterona y el estradiol activan genes asociados con la síntesis y liberación de la dopamina, noradrenalina y oxitocina, cruciales para el sexo y el amor.
¿Quieres leer más? Te invitamos a continuar leyendo aquí: ¿Qué papel juega la testosterona en la disfunción eréctil?
La dopamina
Joseph Shrand, psiquiatra en Harvard, afirma que el sexo es literalmente intoxicante: su acción genera un cóctel de químicos entre los que se encuentra, sobre todo, la dopamina, un poderoso neurotransmisor presente en emociones como la excitación, el deseo, el placer y la sensación de recompensa.
Como muchos otros químicos, la dopamina es potencialmente adictiva. De esta manera, el enamoramiento podría considerarse una “adicción química” generada por el deseo sexual y retroalimentada por el sistema de recompensa del cerebro, al igual que ocurre con las drogas.
La sensación de sedación posterior al acto sexual, también se produce por la activación de los centros del sueño tras la liberación de otro químico: la serotonina. Este neurotransmisor explica por qué los hombres se duermen después del sexo.
Y por si el sexo no fuese lo bastante complejo, Andrew Newberg, neurocientífico de la Jefferson University, ha establecido en sus experimentos una relación entre la experiencia sexual y la espiritualidad. Este científico descubrió ciertos patrones de actividad cerebral similares entre personas sexualmente excitadas, monjas católicas en oración y monjes budistas meditando.
De esto no hay evidencia científica suficiente, pero al menos en teoría, puede ser que, como afirman los practicantes del sexo tántrico, el segundo chacra (sexualidad) sea un canal de energía que, si se domina, nos lleva a alcanzar la divinidad. Romántico, ¿verdad?
Por otro lado, investigaciones más recientes revelan que el cerebro masculino dedica el doble de espacio al sexo en comparación con el cerebro femenino. El área preóptica del hipotálamo, encargada de regular las conductas de apareamiento, tiene casi el doble de tamaño en los varones.
El deseo sexual
A todos estos complejos procesos cerebrales, habría que sumar el hecho de que el deseo sexual está cargado de multitud de interpretaciones personales: expectativas, experiencias sexuales pasadas, el concepto de belleza o atracción sexual de cada uno y reacciones al comportamiento general de nuestra pareja, por mencionar sólo algunos factores.
Parecía sencillo cuando Masters y Johnson definieron el camino del sexo como: deseo, anhelo de sexo, búsqueda de una pareja, encuentro, estimulación, excitación sexual y resolución o satisfacción del deseo.
La próxima vez que tengamos la suerte de conseguir un encuentro sexual, agradezcamos a nuestro cerebro, que merece tanto respeto y cariño como nuestros genitales.
¡Hasta pronto!
Artículo avalado por Héctor Corredor, Médico Cirujano especialista en Urología con Maestría en Sexología Clínica, Director médico internacional en Boston Medical Group.
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