En las últimas semanas, los internautas han inundado las redes con memes sobre la luna de miel de Jennifer López (JLo) y Ben Affleck. En el imaginario colectivo, las profundas ojeras de Affleck se deben a las exigencias sexuales de la cantante. ¿Son las imponentes proporciones corporales de JLo, lo que nos hace pensar en interminables noches de sexo? ¿Es un deseo oculto de todos? ¿Los hombres están viendo en peligro su masculinidad y se solidarizan con Ben Affleck? Este curioso fenómeno nos lleva a reflexionar sobre el poder sexual de las mujeres. ¿Es una amenaza para la masculinidad? La respuesta depende de muchos factores que vamos a desvelar en este artículo. ¡Acompáñanos!
Jennifer López y Ben Affeck
La luna de miel de JLo y Ben Affleck ha desatado no sólo una oleada de chistes, sino que nos ha dado mucho en qué pensar. Vemos a un Ben Affleck cansado -y dormido- en muchas de sus fotos, mientras que JLo luce radiante, más guapa que nunca, impecablemente vestida y con una sonrisa enredada en los aretes.
¿Por qué asumimos que esta fogosa latina está exprimiendo -literalmente- a su nuevo esposo hasta la última gota? A nadie le consta nada, pero es un hecho que Freud y muchos sexólogos, se harían un día de campo con esto.
Según el diario español El País, se rumora que existe una cláusula en el contrato prematrimonial de estas dos estrellas, que exige al actor cumplir con la vasta cuota de cuatro encuentros sexuales por semana. Como si JLo necesitara solicitar por escrito que el hombre le cumpla. ¡Quién no desearía hacerlo, no cuatro veces por semana, sino todos los días!
Verdad o mentira, JLo se ha convertido en un mito aspiracional para las mujeres en plena menopausia y para los hombres, en el reflejo de su más grande temor: una mujer que exige placer y un extraordinario desempeño en la cama.
Pero, ¿tener sexo cuatro veces por semana es normal?
En principio, debemos preguntarnos, ¿normal para quién? ¿Qué es “lo normal” en materia de sexo?
Como explican los expertos de Boston Medical Group, cada pareja es diferente y no existe un parámetro de lo que es correcto o incorrecto.
Existen cientos de estudios a nivel mundial que establecen un promedio, décimas más, décimas menos, de 1.5 veces por semana, por ejemplo, un estudio publicado en el 2015 en el Journal of sexual medicine refiere que en promedio las parejas tienen 5.7 encuentros sexuales por mes. Esto en parejas de entre 20 y 45 años (mucho más jóvenes que la pareja Bennifer). Y el número puede ir decreciendo de acuerdo con la edad, el estado de salud y situación de pareja, entre otros factores.
Una encuesta realizada por el laboratorio Lilly ICOS, revela que 56% de los mexicanos mayores de 33 años, tiene encuentros sexuales al menos dos veces por semana, lo que sitúa a México en el primer lugar de los países con mayor actividad sexual en el mundo.
Este estudio indica que los mexicanos tienen en promedio, 2.03 encuentros sexuales por semana.
Por otra parte, el Dr. Eusebio Rubio, director de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual (AMSSAC), afirma que 9 de cada 10 connacionales participantes en el estudio, declararon que no acostumbra programar con anticipación sus encuentros, a diferencia de países como Canadá, Estados Unidos y Corea del Sur, en donde la planeación del sexo es algo importante.
Tal vez ésta sea una de las razones por las que JLo desea asegurar con anticipación su satisfacción sexual, en el supuesto de que lo planteado en el contrato prenupcial, fuese verdad. Latina al fin.
El País cita una investigación denominada Sexual Frequency Predicts Greater Well-Being, But More is Not Always Better, liderada por la psicóloga y profesora de la Universidad de York (Canadá), Amy Muise quien afirma: “para tener una relación de pareja feliz lo ideal es mantener encuentros sexuales una vez a la semana… aumentar esta frecuencia no supone mejorar la calidad de relación de la pareja. De esta forma, más que hacerlo más o menos que el vecino, la clave estaría en mantener una vida sexual activa y regular, para mantener un vínculo de calidad.”
El poder sexual de las mujeres
En una sociedad donde, históricamente, la hombría es directamente proporcional al tamaño del pene y su desempeño en la cama, la reacción de un hombre incapaz de satisfacer a una mujer, puede ir desde la depresión hasta la violencia.
Por otro lado, décadas atrás, las mujeres estaban más acostumbradas a meter debajo de la alfombra su insatisfacción y centrarse en lo emocional: lo que comparten con la pareja, las tareas cotidianas, los hijos, el amor o el apoyo mutuo. O simplemente, resignarse a que “así es el matrimonio” y no exigir más. Sorprendería saber cuántas de nuestras abuelas o madres se llevaron a la tumba la frustración de no haber experimentado nunca un orgasmo.
Pero desde la llegada de la píldora anticonceptiva en los años 60, las mujeres despertaron. ¡Vaya que lo hicieron! Decidieron tomar el control de sus cuerpos y de su placer.
Hoy, una mujer, tenga la edad que tenga, ya no se conforma con sentirse a medias. Ellas saben que tienen el mismo derecho a la satisfacción sexual que sus compañeros varones ¡y lo exigen!
A este reclamo de goce sexual, sumemos el empoderamiento de las mujeres en el plano laboral, económico, social y la participación cada vez más activa en el destino político del mundo.
Esto en realidad no es tan nuevo. Ya en la década de los 90, una serie de televisión les decía a las mujeres sobrevivientes de las hombreras y los peinados con crepé, que estaba bien ser exitosa, ganar más dinero que un hombre, ser soltera y tener sexo igual que los hombres: sin compromiso y por puro placer. La serie Sex and the City fue un reflejo de lo que las mujeres estaban viviendo, un protagonismo nunca antes visto y la disposición a tomar el control total de sus vidas, incluyendo su sexualidad.
Mujeres como Madonna, Britney Spears, las top models de los 90, Oprah Winfrey y unos años antes, Margaret Thatcher, primera mujer en ser elegida como primer ministro del Reino Unido, por mencionar sólo a algunas, cambiaron la forma en que las mujeres se desenvuelven en la sociedad y cómo los hombres las ven.
Los varones han tenido que adaptarse a este nuevo modelo de mujer, aunque en el fondo -como se ha mostrado el hilo de memes del matrimonio #Bennifer-, se siguen sintiendo desplazados y atemorizados por estas féminas que no tienen problema en tomar la iniciativa y exigir que ellos sean cada vez mejores en la cama.
¿Masculinidad amenazada?
Desde que el hombre camina erecto, han perpetuado la idea de que los varones son “todopoderosos”: proveedores, físicamente más fuertes, competitivos, cazadores, protectores y sexualmente invencibles… hasta que llegaron las mujeres a reclamar su derecho a la igualdad.
Hoy sabemos que ellas son capaces de todo lo anterior y más, y no tienen miedo a demostrarlo. De pronto, ¿toda su masculinidad se derrumbó? ¿Estaba sostenida en una erección?
Por supuesto que no. Este empoderamiento femenino sólo los obliga a ser mejores hombres y no necesariamente en la cama, sino en lo que entendemos por masculinidad.
Los tiempos han cambiado, las sociedades evolucionan constantemente y nuestros antiguos modelos de comportamiento ya no funcionan.
La masculinidad aprendida de los padres y en la que se sentían tan cómodos, dio un giro de 180º y ya no se ajusta a la nueva realidad. Basta observar cuántas relaciones de pareja fracasan por no estar basadas en la igualdad, incluyendo las relaciones sexuales.
Los hombres de hoy en día, han tenido que replantearse el concepto de “ser hombres” desde una perspectiva de género. Los nuevos hombres buscan relacionarse con sus congéneres, pero sobre todo con el género femenino, de una forma más empática, aceptando las diferencias básicas, pero encontrando la forma de crear lazos profesionales, sociales y amorosos más igualitarios.
Sin embargo, este episodio de la luna de miel de Ben Affleck y JLo, nos hace pensar, a hombres y mujeres, que aún tenemos mucho que aprender. Nos guste admitirlo o no, en general los hombres siguen basando su virilidad en el desempeño sexual. Siendo honestos, aún cuando han cambiado en muchos otros aspectos y aceptaron que debe existir equidad entre los sexos, en el aspecto sexual siguen siendo conservadores.
Así como hay una aceptación del concepto de “metrosexual” para describir al hombre que cuida de sí mismo y de su aspecto físico -gracias, David Beckham-, debemos aprender a vivir la masculinidad desde otra perspectiva.
Problemas como la disfunción eréctil, la eyaculación precoz o la falta de apetito sexual, por ejemplo, no deben experimentarse como una tragedia irreparable, sino como un problema de salud masculina que tiene solución.
El no tener ganas o no tener sexo con tanta frecuencia como dicen que deberían hacerlo, no los hace “menos hombres”.
Enfrentar la sexualidad y sus problemas sin prejuicios, sin temor a ser juzgados, como algo natural que puede pasarle a cualquiera, responde perfectamente a lo que demanda una nueva masculinidad.
Nuestra valía no está en los genitales, independientemente del sexo que se trate, sino en la capacidad de amar a otras personas de una forma libre, honesta, respetuosa y equitativa.
En las nuevas masculinidades, las relaciones son igualitarias
Tanto tú como tu pareja tienen derecho a gozar de relaciones sexuales satisfactorias.
Muchas veces, las relaciones sexuales se viven como una “lucha de poder”. Las batallas que se libran en la cama se llevan a otros ámbitos. Pero el verdadero amor no busca el dominio del otro. No son competencias.
Las mujeres ven como algo muy positivo que su pareja se abra a mostrar sus emociones.
El sexo es una parte esencial de nuestra vida, no el centro y la medida de todo. Las mujeres ayudaron a los hombres a romper paradigmas. Ellos aprendieron de ellas a conectarse con su niveles más profundos a partir de lo que son y no de lo que se espera de ellos.
Las nuevas masculinidades apuestan por el cuidado de uno mismo, de la pareja, de los hijos, del hogar, la economía y la salud, todo de forma equitativa. Eso generará relaciones equilibradas donde ninguno se sienta presionado y el sexo sea una fuente de vida, de esparcimiento y una forma de relacionarse íntimamente, no un arma de poder.
Las encuestas no siempre reflejan la realidad. En general, lo que se mide es el contacto genital, cuando las relaciones sexuales son mucho más que penetración. Además, las personas encuestadas suelen responder lo que creen, es el estándar ideal, no lo que en verdad viven.
Por eso, los expertos en salud sexual masculina recomiendan poner más atención a la calidad de las relaciones sexuales y no a la cantidad.
Si JLo y Ben Affleck tienen sexo cuatro veces por semana, es cosa que no nos incumbe ni nos marca una pauta. Además, ¿quién dice que la vida sexual se puede planear por escrito?
“Los seres humanos y nuestras relaciones, cambian con el tiempo y las circunstancias”.
Opina la sexóloga Arola Poch, experta en educación sexual para jóvenes,
“marcar una frecuencia sexual previa se puede convertir en una obligación… en el sexo, las obligaciones y deberes acaban no yendo bien. Otra cosa diferente es marcarse como meta no descuidar la vida sexual, darle la importancia que tiene.”
El sexo no debe ser una obligación
En definitiva, el poder sexual de las mujeres no tiene por qué ser una amenaza para nuestra masculinidad. El sexo no debe ser una obligación que se tiene que cumplir.
¿Quién quiere comerse una manzana cuatro veces por semana sin tener hambre?
En las relaciones sexuales debe haber espontaneidad, respeto, acuerdo mutuo y equidad. No olvidemos que el sexo es una manifestación más del amor y que el placer puede alcanzarse aun con caricias, besos y un abrazo que dure toda la noche.
Tú, ¿qué opinas?
¡Hasta pronto!
Artículo avalado por Héctor Corredor, Médico Cirujano especialista en Urología con Maestría en Sexología Clínica, Director médico internacional en Boston Medical Group.
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