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Impotencia psicológica. ¿Cómo reconocerla y tratarla?

La impotencia sexual psicológica está directamente ligada al estado emocional y mental de quien la padece. Trastornos mentales como la depresión, ansiedad, fobias, miedo, altos niveles de estrés o tristeza, muchas veces no dejan lugar al disfrute de las cosas buenas de la vida, como el sexo. Las emociones negativas pueden llegar a manifestarse en afecciones físicas como caída del cabello, dermatitis nerviosa, problemas gástricos o fallas en la función eréctil. Puede ser que, a pesar del deseo de tener relaciones sexuales, exista un factor no orgánico que nos impida responder a los estímulos. Pero, ¿cómo saberlo? ¿Cómo reconocer y tratar la impotencia psicológica? ¡Esta información puede serte muy útil. así sigue leyendo lo que viene a continuación!

El estrés de nuestra vida diaria nos afecta

Vivimos una época difícil. Nuestra vida cambió radicalmente debido a la pandemia de COVID-19 y todo lo que ésta trajo consigo. Los casos de padecimientos mentales como depresión, ansiedad o estrés postraumático, se han incrementado en los últimos dos años. 

El ritmo de vida actual demanda mucho de nuestro tiempo, por lo que a veces es difícil encontrar momentos de tranquilidad. Comemos de prisa y mal, nuestros patrones de sueño se desajustan y descansamos menos, nos metemos a la cama con el celular en la mano -lo que altera nuestro cerebro y lo mantiene alerta en lugar de desconectarse-, la vida es sedentaria y tenemos permanentemente los ojos puestos en el futuro. Todo esto modifica nuestro humor y hasta la química cerebral.

El estrés afecta a todo nuestro cuerpo, incluidos los órganos sexuales. En los hombres, que muchas veces cargan con el peso de satisfacer las necesidades económicas, emocionales y sexuales de la pareja, se autoexigen demasiado y todo ese estrés, puede afectar la capacidad de alcanzar o mantener la erección; lo que, a su vez, les genera más ansiedad. Tras varios episodios de pérdida de la erección, el hombre empezará a sentirse inseguro, siente el miedo anticipado de que le vuelva a ocurrir y ese temor le impide la erección. Un círculo vicioso difícil de romper si no se busca ayuda profesional.

Con la ansiedad, se activa el sistema nervioso simpático. El corazón nos late más deprisa, respiramos más rápido, pues hay una sensación de falta de aire; los músculos se tensan, sudamos y las pupilas se dilatan. También aparecen pensamientos repetitivos, síntomas corporales o emociones que se nos desregulan. 

El sistema parasimpático, por otra parte, es el que relaja, y es el que se activa para poder llevar a cabo los procesos fisiológicos de la erección. Cuando hay ansiedad -lo que siempre está detrás de la impotencia psicológica- el sistema parasimpático no se activa, no nos relajamos. Así será difícil o imposible lograr una erección.

Cuando la mente está en estado de “alerta” continuamente ante algo que se percibe como un peligro -de forma consciente o inconsciente- nos desconectamos del momento presente. Y pocas actividades requieren tanto que estemos realmente presentes, como el sexo.

El primer paso será detectar y abordar lo que está generando estrés o ansiedad. La terapia psicológica será de gran ayuda para solucionar no sólo el problema de origen y disminuir el estrés, sino para solucionar las consecuencias de éste como puede ser la impotencia sexual psicológica.

Ya en 1912 el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, en su texto “Sobre una degradación general de la vida erótica” afirmaba que la impotencia psíquica es la enfermedad para cuyo remedio se acude a la consulta del psicoanalista con más frecuencia.

Aún cuando sus teorías sobre el sexo siguen siendo polémicas, Freud -muy adelantado a su tiempo- destacaba “la importancia de establecer un diagnóstico diferencial para discernir la participación del elemento orgánico frente al neurótico.”

No ahondaremos en las teorías de Freud sobre el sexo, pero pueden servir como punto de reflexión sobre posibles causas de la impotencia psíquica. Sus conceptos sobre el sexo están relacionados con la teoría del ello (el inconsciente), el superyó (la moral) y el yo (mediador entre ambos). Con esta idea, se intentó explicar el funcionamiento psíquico humano. 

Según el psicoanalista, el erotismo es el equilibrio entre lo estético y lo moral, en el cual intervienen impulsos no canalizados de deseo y que se reprimen debido a los preceptos de la sociedad (análogo del yo).

El bloqueo mental

Para muchos hombres, puede resultar difícil aceptar que un “bloqueo mental” interrumpa un reflejo que debería ser “automático”, se piensa que si hay un estímulo, hay erección, y si ésta no ocurre, se debe a un problema físico. Pero no es así. La mente y su influencia sobre nuestras reacciones fisiológicas, es algo que no hemos logrado entender del todo.

El bloqueo mental va de la mano con las emociones, es decir, detrás de un bloqueo mental hay siempre una seria dificultad para reconocer, expresar y controlar nuestras emociones. Bloqueo mental es igual a bloqueo emocional. 

Angustia, traumas del pasado, baja autoestima, miedo a no cumplir con las expectativas, prejuicios, creencias, problemas de la vida cotidiana, falta de vinculación emocional con la pareja o una deficiente educación sexual, pueden influir negativamente en nuestras emociones y por lo tanto, en las relaciones sexuales.

La sexóloga Shere Hite en su estudio de la sexualidad masculina, dedica un subcapítulo a la impotencia o “presión por conseguir la erección”. El informe basa sus conclusiones en las respuestas de cientos de varones entrevistados y recopilados en “El Informe Hite”.

Hite afirma en su trabajo con respecto a la impotencia que “peor que la falta de erección es, quizás, el miedo a la falta de erección (y el anticuado oprobio que esto implica) que la mayoría de los hombres sienten durante toda la vida. Casi todos los hombres (entrevistados) expresan este miedo de una u otra manera.”

Las respuestas que los entrevistados dan en este informe acerca de en qué circunstancias han tenido fallas en la erección, son muchas y muy variadas, pero hay algunas que vale la pena mencionar: “cuando estamos enfadados…”, “es que ya no siento atracción sexual por mi mujer”, “cuando algo interrumpe los preliminares, me desconcentro/me enfrío”, “a veces, si me preocupo demasiado por sus exigencias, pierdo la erección”, “si no estoy emocionalmente ligado con mi pareja, me cuesta mucho lograr la erección”, “cuando siento que ella pierde interés y no desea continuar”, “el miedo a no tener la erección, me hace no tenerla”.

En cuanto a la pregunta “¿Qué hace usted en estas ocasiones?” Las experiencias de los participantes en la investigación de Hite, también son muy reveladoras.

  • “Sólo procuro conservar el interés de mi pareja prolongando los preliminares, y generalmente, el problema se resuelve.”
  • “A veces estoy furioso o fastidiado por algo, y soltar lo que llevo en la mente, suele hacer maravillas para endurecerme. Si estoy enfadado y lo digo, aunque esto pueda parecer una contraindicación, enseguida siento que la amo de veras y me muero por follar.”
  • “Solía pensar que mi pene era algo distinto de mí; una especie de cosa mecánica, no una parte de mí. Ahora que lo he reflexionado mucho, siento que es parte de mí. Y ya no tengo problemas de erección. Si ésta no se produce, sé que no es lo que quiero en esa ocasión y miro más hondo en mis sentimientos…”
  • “Si estoy preocupado, enfadado con mi esposa, quiero primero decirle por qué.”
  • “…me sentí culpable de no poder satisfacerla después de haberla excitado. Pero me limité a decir sinceramente “lo siento” y ella me dijo cariñosamente: “De acuerdo, no importa.” Esa clase de comprensión hizo que me sintiera mejor que con cien orgasmos.”
  • “Depende de la reacción de ella. No digo nada, me disculpo o espero y pruebo otra vez…”
  • “Para evitar este problema, es esencial rechazar la actitud de “debo quedar bien”, que conduce a la angustia y ésta, a su vez, a la falta de erección.”
  • De sus entrevistas sobre el tema de la impotencia, Shere Hite concluye: “…el pene está relacionado, al mismo tiempo, con todo el ser humano y con sus sentimientos, no es un ingenio mecánico separado del cuerpo y la persona del hombre.”
  • “Desde luego, la erección y el coito son agradables para el hombre y para la mujer. Sin embargo, una cosa es que un hombre no pueda conseguir una erección cuando lo desea, y otra cuando siente que debe producirla. Las relaciones físicas podrían producir un sentimiento más espontáneo si se diese mucha menos atención a la erección.”

Esto no resta en absoluto importancia a la preocupación o sentimiento de pérdida que experimenta un hombre que padece impotencia, ya sea física o psicológica. Claramente es un problema que debe atenderse al ser parte del bienestar integral del ser humano. La breve revisión de Hite está más enfocada a la presión que siente un hombre por “dar el ancho” todo el tiempo. Un hombre también puede tener momentos de vulnerabilidad emocional y en consecuencia, presentar problemas de erección. Afortunadamente, la impotencia psicológica tiene solución.

Impotencia psicológica. ¿Cómo reconocerla y tratarla? ¡Con ayuda profesional!

Afirman los especialistas que en la mayoría de casos de impotencia psicológica, el paciente sufre de ansiedad y estrés total. Los motivos pueden estar en cualquiera de los aspectos de su vida. 

Si bien tranquilizar la mente es necesaria para superar la disfunción eréctil psicológica, debes saber que esta disfunción no se cura sólo practicando meditación o yoga. Algunas técnicas de relajación ayudan, pero es absolutamente necesaria la intervención de un sexólogo.

Bloquear nuestras emociones no tiene otro fin que el de protegernos de una situación que nos rebasa. El problema es que también nos perdemos de experimentar emociones positivas. Un profesional de la salud mental será el guía para encontrar el origen del problema y poco a poco, calmar la mente, aliviar el corazón y levantar el pene.

Asesoría sexológica

Se trata de un tratamiento complementario que se enfoca en las causas del problema para ayudar al paciente a modificarlas. Es impartida por psicólogos profesionales especializados en sexología clínica.

Muchas veces las disfunciones son de origen emocional, como el miedo a fallar, dificultad para concentrarse, una inadecuada estimulación sexual, deficiente comunicación con la pareja, malos hábitos, falsas creencias o experiencias sexuales traumáticas del pasado. Sobre esta base, la asesoría sexológica incluye técnicas que se explican detalladamente en consulta, para que después el paciente las practique en su propio espacio. 

Con la guía del terapeuta el paciente podrá:

  • Reducir la ansiedad por el rendimiento o el temor al fracaso.
  • Potenciar la eficacia del tratamiento médico en caso de que sea indicado. Al trabajar sobre la confianza, autoestima, ansiedad y sobre el enriquecimiento del erotismo en pareja, es posible lograr una mejor respuesta a los fármacos. 
  • Mantener un buen resultado al retirar la medicación, momento en el que el paciente puede sentirse un poco más inseguro.
  • Ajustar la comunicación con la pareja, tanto en lo relacionado con la disfunción como en su rutina sexual y relación en general.
  • Mejorar tanto la función sexual como la erótica, un objetivo que va más allá de la “erectología” y nos acerca a la “Sexoterapia Integral”.

Para reconocer y tratar la impotencia psicológica, es necesario descartar problemas fisiológicos que puedan estar causando la disfunción. El urólogo será quien valore el estado de salud física del paciente.

Recuerda que la prioridad es recuperar el control de tus emociones, el equilibrio y la felicidad. Las relaciones sexuales completas y satisfactorias serán la recompensa.

  • Sé paciente contigo mismo. Algunos cambios en tu rutina, incorporar el ejercicio físico o rodearte de personas positivas y amorosas, pueden ayudar a que te sientas mejor y eventualmente -al mejorar tu estado de ánimo- logres retomar la actividad sexual. El sexólogo podrá ayudar a pasar más rápido el proceso.
  • Involucra a tu pareja. Hablar abiertamente y sin miedo no sólo ayuda a desahogarse, sino a encontrar comprensión y apoyo para dar el paso hacia un cambio positivo, o bien, acudir a terapia.    
  • Realiza ejercicios de relajación. Te ayudan a estar presente en “el aquí y el ahora”. Tal como debes estar en un encuentro íntimo. Si lo que te causa ansiedad o angustia es una situación emocional compleja, hay que tratar de calmar el cuerpo y la mente. Además de trabajar con un terapeuta, los ejercicios de relajación como meditación o yoga te pueden ayudar.

No lo olvides, cuando controlas tu mente, el cuerpo empieza a sentir bienestar.

Si necesitas ayuda no dudes en solicitar asesoría experta en el tema, podemos ayudarte con mucho gusto. Clic aquí.

¡Hasta pronto!

Artículo validado por el Dr. Jesse Jarrod Jimenez, Médico Especialista en Cirugía General, Urología, Andrología y Medicina Sexual de Boston Medical Group en México, Monterrey. 

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