En nuestro organismo existe algo llamado sistema cannabinoide endógeno, relacionado con funciones como el comportamiento, el aprendizaje, la gratificación, el apetito, el dolor o las emociones. Tal vez en dicho sistema se encuentre la explicación de por qué a algunas personas, la marihuana les produce un efecto placentero y estimulante. Sin embargo, cuando se consume cannabis, el sistema endógeno se activa de forma artificial, alterando muchas de sus funciones. En dosis altas, la marihuana puede producir cuadros de ansiedad y otros síntomas: sequedad de boca, taquicardia, falta de coordinación en los movimientos, risa incontrolada, somnolencia, alteración de la memoria, la atención y la concentración. Esto no puede ser nada bueno para el desempeño sexual. Marihuana y sexo, ¿son buena combinación? Ante la duda, es mejor contar con información científica. Continúa leyendo.
Tras consumir marihuana, se produce un efecto coloquialmente conocido como “borrachera cannábica”, cuyos síntomas incluyen:
- Relajación, somnolencia, sensación de lentitud en el paso del tiempo.
- Desinhibición, alegría desmedida, risa.
- Enrojecimiento ocular.
- Aumento del ritmo cardiaco y la tensión arterial.
- Boca seca.
- Percepción distorsionada.
- Empeoramiento del tiempo de reacción y de la atención.
- Dificultades para pensar y solucionar problemas.
- Dificultad de coordinación, entre otros síntomas.
Si alguna vez has consumido esta hierba o tienes conocidos que la usan, habrás oído hablar de la famosa “pálida”. “La pálida” se refiere al malestar que experimenta una persona después de fumar marihuana; se pone pálida y sudorosa, con mareos, náuseas, incluso pueden vomitar, desmayarse o sentir que debe acostarse de inmediato.
Por otro lado, y pese a sus efectos adversos, el potencial terapéutico del cannabis se ha estudiado ampliamente y difundido en publicaciones científicas.
En México, la Cámara de Diputados aprobó el uso medicinal de la marihuana en diciembre del 2016. La Secretaría de Salud es la encargada de la regularización del cultivo y obtención de la planta. La sociedad científica del país considera que “estos cambios a la legislación son importantes pues permiten explorar el potencial médico de las moléculas del cannabis.”
Según el portal científico SciELO, “hoy en día se considera el uso terapéutico de esta planta como un coadyuvante en el tratamiento de algunas patologías como glaucoma, artritis reumatoide, VIH, Alzheimer, asma, cáncer, dolores crónicos de difícil control, enfermedad de Crohn, epilepsia, esclerosis múltiple, insomnio o enfermedad de Parkinson.” Cabe aclarar que los estudios que respaldan el uso de cannabinoides en medicina, son mayormente preclínicos (con animales) anecdóticos o en todo caso, insuficientes como para ser aprobada con estos fines.
De acuerdo con el artículo “Uso medicinal de la Marihuana” (Anestesia en México. vol.31 no.2 CDMX may./ago. 2019), existen dos grupos de componentes químicos contenidos en la marihuana que actúan en el organismo y de los que dependen sus efectos: el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC), principal componente psicoactivo de la planta, y los llamados cannabinoides (CBNS), sin efectos psicoactivos pero que se reconocen como potentes antiinflamatorios y analgésicos.
Un dato importante es que la marihuana no ha sido aprobada por la FDA como un tratamiento eficaz para algunas patologías, aunque existen medicamentos que tienen como base el cannabis, utilizado como antieméticos (medicamento que previene o reduce las náuseas y los vómitos) y anticonvulsivante.
Uso recreativo de la marihuana
Hasta hoy, el uso de la marihuana con fines lúdicos en diversos países no es legal.
El debate sobre si la regularización del consumo recreativo terminará por alentar su uso en los jóvenes, es una discusión que no llega a un punto de acuerdo.
Sin embargo, en 2021 se publicó el reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Control Sanitario para la Producción, Investigación y Uso Medicinal de la Cannabis y sus Derivados Farmacológicos.
Con ello, se establece que el uso de la marihuana en México por ejemplo, es legal sólo para:
- Investigación farmacológica.
- Fabricación de medicamentos bajo control de la COFEPRIS.
- Producción primaria con fines específicos.
- Diagnósticos médicos con fines preventivos, terapéuticos, de rehabilitación y cuidados paliativos.
El consumo recreativo de cannabis está permitido en países como Uruguay, Canadá, Sudáfrica, Países bajos, Malta, Australia, España y 9 estados en los Estados Unidos de Norteamérica; pero en todos hay restricciones en cuanto a la cantidad, edad, producción, venta y lugares donde se puede fumar esta hierba.
La marihuana es una droga “socialmente aceptable”, como el alcohol, ya que se considera un producto natural y si bien no causa adicción a corto plazo o en pequeñas cantidades, está comprobado que a la larga, sí engancha, sobre todo porque se trata de una adicción lenta, poco perceptible. Lo que empieza por diversión, se vuelve una necesidad para todo: dormir mejor, relajarse, estimular el apetito, generar dopamina o tener sexo.
Marihuana y sexo, ¿de verdad son buena combinación?
La marihuana y el sexo mantienen una relación desde hace siglos. Por ejemplo, esta droga ha sido usada históricamente en la medicina tradicional india que, según el diario El País, “cuenta con decenas de fórmulas con marihuana, que se recetaban como afrodisíacos y se decía que tenían la capacidad de aumentar el tiempo de erección, facilitar la desinhibición o amplificar las sensaciones y el deseo. En la Serbia del siglo XIX a las mujeres vírgenes se les daba una mezcla de grasa de cordero y cannabis –lo que se conocía como Nasha– en su noche de bodas para disminuir el dolor de su primera penetración. Otra receta que utilizaban las serbias era mezclar marihuana, clara de huevo, azafrán y azúcar para hacer Guc-kand, un tónico que incitaba a un estado de ánimo erótico y que también se administraba a los jóvenes para aliviar el dolor de la circuncisión.”
Esto da pie a pensar que la marihuana se usaba más como una especie de anestésico y/o analgésico, que como estimulante sexual.
La vida agitada y estresante que vivimos, a veces nos impide disfrutar de una vida sexual intensa y placentera. Enfermedades mentales como la depresión o la ansiedad, son cada vez más comunes; ambas causan baja de deseo. Para tratarlas, se requiere de medicamentos que también afectan el apetito sexual. Este tipo de padecimientos pueden hacer que las personas recurran a formas artificiales de volver a experimentar calma y agregar novedad a sus desgastadas relaciones sexuales. La marihuana es una de las más populares.
El por qué la marihuana tiene fama de ser un “potenciador de sensaciones”, relajante y desinhibidor o detonador de risa, se basa principalmente en la experiencia de los usuarios. En este sentido, no es muy diferente al alcohol, ambos depresores del sistema nervioso.
Los asiduos a las fiestas de drogas y sexo conocidas como Chemsex, suelen utilizarla para “ponerse en ambiente”, relajarse o calmar los subidones de drogas más fuertes, no necesariamente para prolongar las erecciones, tener orgasmos más intensos o mayor sensibilidad en los genitales. No hay ninguna prueba científica de que la marihuana logre tales efectos en los hombres.
Un artículo publicado en Medical Daily, “Cómo la marihuana alivia (o exacerba) la ansiedad”, propone que el cannabis puede tener un efecto reductor del nivel de ansiedad, con base en el hecho de que los componentes de la marihuana ejercen cierta acción sobre los niveles de estrés a través del sistema endocannabinoide, regulador del dolor y el apetito. El THC interactúa con el neurotransmisor llamado anandamida (de acción relajante. Calma y regula el sistema cardiovascular), creando una sensación de felicidad, además de somnolencia.
Sin embargo, aunque los efectos a corto plazo pueden ser relajantes, es posible que los efectos a largo plazo no ayuden con la ansiedad. Afirma el mismo medio que las personas que han experimentado paranoia y ataques de pánico al fumar marihuana, pueden ser prueba de que el cannabis no siempre es un buen calmante.
Otros estudios apuntan a que el uso de marihuana puede estar asociado a la psicosis y ansiedad, en lugar de curarla. No olvidemos que cada persona reacciona de manera diferente a las sustancias. Si una persona tiene tendencia a padecer trastornos de pánico, la lógica nos dice que será más propensa a experimentar ansiedad cuando consume marihuana o cualquier otro elemento que altere su estado de conciencia. Además, fumar marihuana no resolverá los problemas psicológicos de fondo que requieren terapia, concluye el artículo de Medical Daily.
Por otro lado, afirma Francisca Molero, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, del Instituto Iberoamericano de Sexología y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología: “es probable que la ansiedad que antecede a una relación sexual, reduzca el nivel de disfrute. El sexo requiere de un cierto abandono, dejarse llevar, pero esto no siempre es posible.”
Recurrir a la marihuana como relajante puede dar la ilusión de que potencia sensaciones y así, crear un hábito. Pero recordemos que los placeres no habituales quitan el gusto a los normales. Después, todo parece desabrido. Nos excita la novedad, lo diferente, pero una vez que el cuerpo y la mente se acostumbran, empiezan a demandar más. A mayor cantidad de una droga, más fuerte la necesidad de consumirla y con más frecuencia. Así es como se desarrolla una adicción.
Por otro lado, el efecto desinhibidor y relajante del cannabis puede provocar que los usuarios estén más predispuestos a las prácticas sexuales de riesgo, olvidándose de las precauciones como el uso del condón. El consumo de drogas también hace que la comunicación y los mensajes sean menos claros, lo que puede llevar a diferentes interpretaciones de una misma situación. Si cada persona está “en su propio mood”, es decir, vive sensaciones diferentes al fumar marihuana, nada garantiza que determinadas prácticas sean consensuadas o exista una verdadera conexión.
Algunos consumidores de cannabis coinciden en que una de las virtudes de esta planta es que ayuda a tener una mejor comunicación con la pareja. No necesariamente es así. Los dos están “puestos”, pero eso no implica que el sexo sea más intenso ni que los dos estén en la misma frecuencia. Los efectos de la marihuana varían según la persona, su organismo y otros factores como la dosis, tipo de hierba o estado de ánimo del individuo. La sexóloga Molero opina al respecto: “cuando dos personas consumen, cada uno va por su lado. Puede que algunas veces coincidan y se produzca ese acercamiento; pero también puede que ocurra lo contrario, incluso que las intenciones eróticas del primer momento se esfumen y se derive hacia la introspección”.
Otro efecto de la marihuana durante el sexo, es que la percepción del tiempo se ve alterada, parece que todo ocurre más lento, lo que podría crear la falsa sensación de que el orgasmo es más prolongado.
Conclusiones
En resumen, si la marihuana y el sexo de verdad son buena combinación, depende de una gran cantidad de variables. Para unos, puede ser una experiencia novedosa, divertida o relajante. Para otros, puede tener efectos adversos no esperados o desconocidos. Por ejemplo, se sabe que en los hombres, el abuso de marihuana “disminuye la calidad espermática, puede provocar disfunción eréctil y baja también el nivel de testosterona, una hormona muy asociada al deseo. Mientras que, en la mujer, puede producir sequedad vaginal”, según la experta Francisca Molero.
Además, quienes defienden el consumo de cannabis argumentando que es “natural”, deben saber que la marihuana que se produce hoy en día es todo menos eso. La excesiva demanda ha hecho que las semillas de esta planta se modifiquen genéticamente para lograr mayores cosechas y un más rápido crecimiento; se les añaden fertilizantes y otros químicos, lo que puede hacer sus efectos psicotrópicos más potentes, dañinos y adictivos.
El sexo es un generador de dopamina y felicidad por sí mismo. Añadir sustancias que supuestamente mejoran las sensaciones, depende de cada quien; puede ser válido, siempre y cuando se esté consciente de los riesgos.
Artículo avalado por Héctor Corredor, Médico Cirujano especialista en Urología con Maestría en Sexología Clínica, Director médico internacional en Boston Medical Group.
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