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¿Por qué debes hablar con tu pareja si sufres disfunción eréctil? Conoce los efectos positivos y cómo combatirlo en pareja

Cuando un hombre no puede alcanzar la erección, es común que ambos experimenten sentimientos negativos. Ellas tienden a sentirse responsables: “ya no le gusto”, “no soy buena en el sexo”, “no lo excito”, “¿me está engañando?” Ellos lo viven como un duelo: negación, tristeza, sensación de pérdida, depresión… ¿cómo salir de este círculo y superar la disfunción eréctil

 

Los expertos nos dicen por qué debes hablar con tu pareja si sufres disfunción eréctil: efectos positivos y cómo combatirlo en pareja. 

 

¡Sigue leyendo para que compruebes que todo tiene solución!

 

Algo más común de los que piensas

La incapacidad de lograr y/o mantener una erección con la suficiente firmeza para practicar relaciones sexuales completas, ocurre a más de la mitad de los hombres mayores de 40 años, de todo el mundo en algún momento de sus vidas. 

 

Cuando un hombre sufre disfunción eréctil, suele hacer a un lado a su compañera. El comportamiento habitual es callar, guardar el secreto hasta encontrar una solución por sí mismo; esto, en el mejor de los casos, ya que muchas veces la reacción es evadir. Empiezan a centrarse más en el trabajo, salir por las noches con los amigos, alguna actividad deportiva, cualquier cosa que le distraiga y le ayude a evitar los encuentros a solas con la pareja.

 

Otra conducta masculina común es centrarse en su pene. Si las más de las veces no alcanza la erección y, de pronto, por casualidad, consigue una en mitad de la noche, lo importante en ese momento no es complacer a la compañera, sino probarse a sí mismo que aún puede. Olvidándose de toda consideración con la pareja, la despierta en plena madrugada tratando de penetrarla, o bien, se salta los juegos preliminares para dar paso a lo urgente: el coito. El temor a perder la firmeza en cualquier momento, hace que se olvide de la caballerosidad y el romanticismo, lo que puede ser interpretado por la mujer como egoísmo.

 

Es por eso que la disfunción eréctil debe ser analizada y tratada de forma integral, abarcando los aspectos físicos, psicológicos y las afectaciones en la pareja.

 

Un poco de contexto

Según un artículo publicado en los Archivos Españoles de Urología denominado Psycosocial features of the management of erectile dysfunction (Aspectos psicosociales del manejo de la disfunción eréctil. Vol. 63 no.8, oct. 2010), “hasta mediados del siglo XX, la ausencia de erección no tenía una repercusión social ni relación con el éxito personal, simplemente era una enfermedad –impotencia coeundi– que era importante sólo para el campo de la fertilidad.”

 

En los años 50, la sociedad había cambiado radicalmente, las mujeres empezaban a emanciparse gracias a la aparición de la píldora anticonceptiva y a reclamar su derecho al placer, más allá de la función reproductiva o de satisfacción del compañero.

 

El Informe Kinsey sobre sexualidad femenina (1953) fue un parteaguas en lo que a sexualidad se refiere, pues desveló los secretos que ellas guardaban en cuanto a sus costumbres sexuales, sus expectativas y sobre todo, sus demandas en materia sexual.

 

Los hombres adoptaron poco a poco un papel más “complaciente”, asumieron la responsabilidad del placer de la mujer, lo que, según el artículo mencionado, dio lugar a la llamada “ansiedad por ejecución”, que influye de manera notable en la respuesta sexual masculina (erección).

 

En el libro “Terapias Sexológicas” de George Abraham y Robert Porto (Madrid; 1979), se describen los factores detonantes de la ansiedad por ejecución:

  • Temor al fracaso (miedo a no responder de forma adecuada ante la pareja).
  • Obligación de resultados (necesidad de una respuesta eréctil muy consistente, duradera y de recuperación rápida).
  • Altruismo excesivo (estar más pendiente de la satisfacción de la pareja, perdiendo concentración en el erotismo propio).
  • Auto observación, estar observando el pene para ver cómo responde, lo cual había sido denominado previamente “rol de espectador”.

 

La virilidad siempre ha sido asociada a la capacidad de procrear, el tamaño del pene o la dureza y frecuencia de las erecciones; pero en las sociedades modernas, también tiene que ver con la percepción del éxito, la autovaloración, las posesiones o las habilidades de seducción. Mientras más mujeres seas capaz de seducir ¡y satisfacer!, más hombre eres. No hay triunfo más grande para un hombre que una mujer con orgasmo múltiple, ¿verdad?

 

Tanta presión desde luego influye en el desempeño sexual. Y si no nos va bien en este terreno, ¿qué hacemos? Buscar otras fuentes de placer y dopamina, como el tabaquismo, el alcohol, los antidepresivos, las drogas recreativas, las comidas copiosas y nada saludables, las desveladas en fiestas o las largas horas sentados viendo maratones de series o jugando videojuegos. Todos estos, factores de riesgo para -claro- disfunción eréctil-.

 

Como podemos ver, la disfunción eréctil conlleva una gran carga emocional, cultural y social que afecta al hombre en todos los aspectos de su vida. Pero también a su pareja.

 

Soluciones hay, éstas serán determinadas por las causas -fisiológicas y/o psicológicas-, y a partir de un diagnóstico hecho por un profesional en salud sexual masculina. Sin embargo, no es algo que el hombre deba solucionar solo, a menos que no esté en una relación o bien, la participación de la pareja resulte contraproducente. 

 

¿Por qué debes hablar con tu pareja si sufres disfunción eréctil?

Porque casi siempre, la salud sexual es un asunto de dos.

 

Las técnicas de intervención terapéutica que involucran a la pareja, dan mejores y más rápidos resultados, está comprobado. La asesoría sexológica en pareja, combinada con fármacos o tratamientos tecnológicos como las ondas focales, constituyen una estrategia integral sumamente eficaz en la gran mayoría de los casos.

 

Afirma el psicólogo estadounidense y profesor emérito de psicología y psiquiatría en la Universidad de Boston, David H. Barlow, que “la demanda de relaciones por parte de la pareja en hombres con disfunción eréctil, provocan reacciones negativas en el individuo”:

 

  • Percepción de falta de control.
  • Atención a las consecuencias públicas de su incapacidad para penetrar.
  • Aumento de la ansiedad.
  • Ausencia de erección.
  • Evasión de las relaciones sexuales.

 

Según este mismo autor, la reacción de las mujeres ante la disfunción eréctil, puede ser variable dependiendo de factores como el estado de su relación, la edad de ella (las mujeres en etapa de menopausia presentan una baja notable de deseo sexual), la situación familiar o la autoestima.

 

Las mujeres más jóvenes, que están en el pico de su vida sexual o incluso, buscan procrear, suelen mostrar conductas más demandantes presionando a la pareja y obligándoles para que busquen alguna solución al problema. El hostigamiento nunca es buena opción, ya que el varón, lejos de buscar una solución médica, tiende a excusarse o culparla a ella. Esto sólo aumentará el malestar en ambos y pueden ser motivo de que se fracture la relación.  

 

Por otra parte, las mujeres que también padecen una disfunción, (anorgasmia, deseo sexual hipoactivo, aversión sexual, etc.) podrían reaccionar restando importancia al problema: “no es importante”, “no te preocupes”, “no pasa nada”; se muestran comprensivas y convencen al sujeto de que su problema no es serio. Lo cual sólo evitará que el hombre acuda con un especialista en salud sexual masculina.

 

Otras parejas adjudican su propia disfunción al trastorno de la pareja. “no hay mujeres frígidas, sino hombres sin talento”, habrás oído decir. En estos casos, ella evade la responsabilidad de atender su propia disfunción y hallar una solución juntos.

 

Las parejas con sexualidad poco activa, se convencen a sí mismas de la poca importancia del sexo en sus vidas. De hecho, para muchas de ellas, la impotencia del varón es casi “una bendición”, que los pone en igualdad de condiciones.

 

En resumen, “en esta disfunción sexual, más que en cualquier otra, la pareja se ve afectada interactuando en el proceso, de forma que un 40% de las mujeres terminan presentando una disfunción sexual comórbida al trastorno eréctil”, afirma Francisco Cabello (Instituto Andaluz de Sexología y Psicología. España.), autor del artículo “Aspectos psicosociales del manejo de la disfunción eréctil”.

¿Cómo abordar el tema?

Partamos de la base de que, en un caso de disfunción eréctil, no hay culpables. Es una condición que depende de muchos factores, 90% de ellos fisiológicos. Nadie culpará a otra persona por padecer un problema de salud, ¿cierto? Eso es la disfunción eréctil, y en la medida que ambos lo comprendan, será más fácil enfrentar la situación.

Es casi imposible que, después de repetidos fallos o perder las erecciones espontáneas, un hombre no se dé cuenta de que tiene problemas de erección. Otra cosa es hablar de ello. Pasará por un proceso de aceptación, de hacer a un lado la vergüenza y el temor a ser juzgado. Si la relación de pareja es buena, no debería sentir miedo de hablar con la persona en quien más confía. Sin embargo, cada cabeza es un mundo y no existe una misma fórmula para todos.

La disfunción eréctil es algo que no se puede ocultar por mucho tiempo. Ella lo va a notar. Así que no es raro que sea la mujer quien dé pie a la comunicación.

Si una mujer es capaz de ver a su pareja como un ser humano, con momentos de fragilidad y no como Superman, encontrará las palabras y los gestos para hacerle sentir que es comprendido. 

Ponerse en sus zapatos

Es importante entender que la comprensión no es minimizar el problema. Hay una condición, sea física o psicológica, que se debe atender. Recordemos que la disfunción eréctil puede ser síntoma de enfermedades graves no diagnosticadas: cardiopatías, diabetes, hipertensión o algún trastorno psicológico como depresión. 

Las mujeres deben hacer saber a su pareja que extrañan la intimidad en lugar de recriminar y rechazar. Los lazos se fortalecerán si perdemos el miedo a las conversaciones incómodas.

Ser sutil

El tema puede ser muy doloroso y vergonzoso para él. Hay que ser firmes y claros, pero sin lastimar, es decir, abordar la disfunción de una forma positiva. Hablen de amor, de confianza, de superar obstáculos juntos, de las cosas que les gustan del otro, física y sentimentalmente. 

También es válido plantear la posibilidad de visitar al médico, en el entendido de que la mayor preocupación es la salud de él. 

Buscar el momento adecuado

Los temas delicados deben hablarse sin perder la ecuanimidad. Esta será una de las conversaciones más íntimas que tengan, así que no dejen que les gane el enojo o la impaciencia. Platiquen a solas, cuando nadie los interrumpa y en un ambiente agradable. 

Efectos positivos de hablar de disfunción eréctil en pareja

Una vez hablado el tema, lo que resta es tomarse de la mano y vivir esto como una experiencia positiva para ambos. Hablar con la pareja de disfunción eréctil, puede tener efectos muy positivos como:

  • Compartir información.
  • Buscar ayuda profesional oportuna.
  • Acelerar el proceso de recuperación.
  • Recordar que a cada uno le importa la salud y felicidad del otro.
  • Será una experiencia que fortalezca su unión.
  • Descubrir nuevas formas de expresar el amor y enriquecer su vida sexual.

¿Cómo combatir la disfunción eréctil en pareja?

Soliciten un diagnóstico de las causas de la disfunción eréctil en una clínica especializada y profesional. Si el médico lo considera necesario, recetará fármacos que ayuden o algún otro recurso terapéutico como las ondas de choque. Además, deben tomar -ambos, de ser posible- terapia sexológica de pareja. 

La asesoría sexológica es fundamental para que ambos entiendan lo que están pasando y redescubrirse como pareja. La vida sexual es mucho más que penetración, el sexólogo los guiará con técnicas específicas para solucionar la disfunción y ampliar su abanico de recursos eróticos para encontrar placer y satisfacción plena.

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¡Hasta pronto!

 

Artículo validado por Juan Manuel Martinez Preciado, Médico Cirujano con Maestría en Sexología clínica, epidemiólogo, integrante del grupo de dirección médica internacional Boston Medical Group.

 

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