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Fantasías sexuales. ¿Por qué son necesarias para los humanos?

Hoy, te invitamos a que conozcas un poco más sobre las fantasías sexuales respondiendo juntos la pregunta: ¿por qué son necesarias para los humanos? ¡Acompáñanos en este desarrollo!

Definición de fantasía sexual

Entre las muchas definiciones que el diccionario aporta sobre la palabra “fantasía”, la que tal vez se acerque más a lo que entendemos por “fantasías sexuales” es esta de la RAE: Grado superior de la imaginación; la imaginación en cuanto inventa o produce.

Otras acepciones del término, describen a la fantasía como “la facultad humana para representar mentalmente sucesos, historias o imágenes de cosas que no existen en la realidad o que son o fueron reales, pero no están presentes.”

O bien, “idea, historia, cosa o percepción falsa de la realidad que solo existe en la mente de quien la imagina.”

Podríamos considerar fantasía todo aquello que tiene lugar más allá de las imposiciones de lo real.  Utilizamos la fantasía para hacer posible lo imposible, para satisfacer deseos que, en la vida real, no hemos podido cumplir o para anticipar aquellos que están cerca de hacerse realidad, pero aún no.

La fantasía también es, según el psicoanálisis, el medio a través del cual los sujetos desean, es decir, sólo podemos desear aquello que nos falta.  La tragedia de los dioses de la mitología griega, por ejemplo, es que al tenerlo todo, no eran capaces de desear…excepto Eros, el único dios que deseaba. Eros simboliza el deseo sensual, la atracción sexual, el amor, el sexo y la fertilidad. 

Las fantasías en los humanos

Nosotros los mortales, una vez que hemos conseguido satisfacer un deseo, nos sentimos como los dioses según la mitología: dejamos de desear. Puedes leer más aquí: Inapetencia sexual en el hombre. ¿Cómo recuperar el deseo?

Es en el marco de la fantasía donde se manifiestan nuestros impulsos, nuestro deseo de movimiento, de avanzar, de seguir con vida. Sin deseo seríamos como piedras.

Lacan lo resumía en su célebre aforismo: “no hay relación sexual”, refiriéndose al hecho de que el sexo no es más que el lugar donde se enfrentan dos fantasías individuales que, en principio, no pueden tocarse. La fantasía no es, en este caso, sino el puente con el que decidimos salvar el dilema de la imposibilidad de relacionarnos en la realidad. 

Žižek, filósofo lacaniano, lo explica de esta forma: “podemos relacionarnos con estas personas de carne y hueso (…) sólo en la medida en que llenan el lugar preestablecido en nuestro sueño.”

El cómico y actor Billy Crystal no podía estar más equivocado cuando dijo “las mujeres necesitan una razón para tener relaciones sexuales. Los hombres sólo un lugar.” 

Lo que necesitamos, tanto hombres como mujeres, es una fantasía donde tenga lugar “algo” lo más parecido al sexo, ese que mantenemos en el mundo real. 

La fantasía de uno y de otro, por supuesto, no tiene por qué ser la misma.

A diferencia del resto de animales, cuya sexualidad es más bien copulatoria, la sexualidad del hombre es masturbatoria, es decir, está fuertemente ligada a la fantasía

Consideraciones finales

Los animales no necesitan fantasear para llevar a buen término su relación sexual o apareamiento; nosotros sí. 

De la misma manera que en el reino animal a veces apuntalan sus erecciones sobre un hueso nosotros lo hacemos sobre un sueño. Sin sueño, sin anticipación, sin deseo, es complicado animar una erección. Los seres humanos no pertenecemos a la realidad. Toda nuestra vida es fantasía: nuestra identidad, nuestros sentimientos de vínculo, nuestro ego, nuestro orden social… 

El cerebro es una gran máquina de imaginar que se inventa “qué somos y quiénes somos.” Por eso, también en palabras de Žižek: “es en la fantasía donde los objetos ocupan su lugar, paradójicamente sólo falta que el objeto llegue a donde siempre ha pertenecido.”

Esto puede parecer confuso, pero son muchas las personas que, habiendo establecido un rito masturbatorio, digamos, rígido, encuentra luego problemas para mantener relaciones sexuales en pareja.

Hay personas que, tras mucho tiempo en soledad, sólo saben alcanzar el orgasmo masturbándose. Otros, tras mucho fantasear siguiendo las pautas del porno, sólo saben excitarse con prácticas demasiado “exóticas”; lo cual genera sufrimiento. 

No todas nuestras “peculiaridades”, gustos o fantasías, resultan tan “glamurosas” como en “50 sombras de Grey”. Eso no es más que otra fantasía.

Pero si tú tienes claro cuáles son tus detonadores del deseo, tu estilo en la cama  -o donde tus fantasías te dicten- o aquello que te excita, sólo es cuestión de encontrar alguien que comparta tus preferencias para poder llevarlas a cabo. Una pareja debe estar abierta al diálogo, encontrar las palabras con las que ambos se sientan cómodos compartiendo e imaginando situaciones que a ambos les resulten excitantes. 

Esa persona por quien sientas gran atracción, con quien no tengas inhibiciones, en cuyas fantasías tú también encajes y con quien resulte sencillo negociar el placer sin miedo a ser juzgado, debe estar por ahí.

¡Buena suerte!

Artículo validado por Juan Manuel Martinez Preciado, Médico Cirujano con Maestría en Sexología clínica, epidemiólogo, integrante del grupo de dirección médica internacional Boston Medical Group.

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