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Drogas y sexo. Chemsex: el lado oscuro del sexo

No es nada nuevo. Los seres humanos utilizan las drogas con fines sexuales desde hace miles de años. Pero en el siglo XXI, surgió una “moda” en el Reino Unido que se bautizó como chemsex, conjunción de las palabras “chemical” y “sex”. 

 

Pero… ¿Qué es el chemsex? ¡Te lo contaremos todo en este desarrollo!

 

Definición de chemsex 

Se trata de fiestas de drogas y sexo, es decir, el chemsex describe el uso intencionado de drogas para mantener relaciones sexuales por horas o días con múltiples parejas. 

La procreación y el sexo siempre han sido asuntos relevantes cuya trascendencia, sobre todo en culturas antiguas y en pequeñas comunidades, va más allá de los intereses de la pareja, tocando incluso lo político, moral o religioso. 

Para asegurar la potencia sexual en los encuentros más cargados de peso social, los afrodisíacos eran a menudo utilizados para garantizar el éxito y la potencia sexual.

Lo mismo ha pasado con las disfunciones sexuales. La incapacidad para concluir un encuentro sexual, ya fuese por eyaculación prematura (antes de penetrar) la incapacidad para eyacular, la disfunción eréctil, la falta de libido o los comportamientos sexuales compulsivos, han sido combatidos con recursos de origen animal o vegetal.

 

El ámbar gris de los árabes, la piel de sapo en el Chan Su chino o la Piedra del Amor india; el Panax Ginseng de la medicina tradicional china o la cantárida (“mosca española” que en realidad no es una mosca sino un escarabajo aceitero), entre muchos otros, han servido como estimulantes sexuales en algún momento de nuestra ya larga historia.

 

Consideramos afrodisíaca cualquier sustancia que estimule el deseo, aumente la potencia sexual y/o nuestra capacidad para sentir placer. 

 

Muchos productos de nuestro entorno se consideran afrodisíacos, desde las fresas hasta las ostras crudas, pasando por el chocolate, el café y la miel, aunque no hay evidencia científica que apoye estas teorías. Pero otra cosa son las drogas químicas. 

Drogas y sexo: el lado oscuro de las relaciones sexuales

El objetivo del consumo de drogas en el sexo durante las fiestas de chemsex, busca favorecer la sociabilidad y la desinhibición sexual, a menudo para practicar actos sexuales menos convencionales.

 

La idea es “forzar la máquina” para alcanzar un -muy- alto grado de excitación o mayor tiempo de erección.

 

Y es cierto, el aumento de confianza que provocan las drogas, la sensación de placer más intenso, las experiencias nuevas o una mayor resistencia física, podrían parecernos, en principio, una gran idea. 

 

Lo que no vemos en ese estado alterado de conciencia, es el lado oscuro: sustancias como el alcohol, la marihuana o la cocaína -por mencionar sólo las más comunes- son también causa de la elección de compañeros sexuales múltiples y desconocidos, olvidarnos del uso del condón o de que no pongamos límites estando en una situación tan vulnerable como es una fiesta de chemsex

 

Al día siguiente, despertemos arrepentidos y asustados. ¿Me habré contagiado de algo? ¿Qué hice? ¿Con quién estuve? ¿Y mi cartera?

 

El consumo de drogas desinhibe, pero a veces olvidamos que no lo hace de forma selectiva. Así como aumentan nuestro umbral de tolerancia, los mecanismos que nos alertan del peligro, se desvanecen.

 

Nos hace más propensos a desembarazarnos de toda precaución y dejar de lado asuntos tan prioritarios como nuestra salud sexual y la integridad personal, tanto física como emocional.

Los peligros del Chemsex

En Gran Bretaña, Australia, España o Estados Unidos, el chemsex se ha convertido en un problema de salud pública, ya que el consumo de drogas -casi todas ilegales- para mantener relaciones sexuales durante horas o días con una multitud de personas, ha resultado en un incremento dramático de adicciones, contagios de enfermedades de transmisión sexual (ETS) y problemas emocionales. Los gobiernos han tenido que tomar cartas en el asunto para apoyar con recursos de salud y sobre todo, información.

 

Las autoridades sanitarias de dichos países han alertado sobre el aumento de adicciones y de infecciones de VIH, así como de trastornos psicóticos o cuadros esquizofrénicos, por no hablar de los incidentes de agresión sexual que han tenido lugar tras el abuso de drogas después de sesiones de sexo desenfrenado de horas e incluso días.

 

Las fiestas de chemsex suelen tener lugar en casas particulares, aunque también en hoteles o saunas, siempre en la clandestinidad. Lo practican principalmente hombres que tienen sexo con otros hombres; las citas se hacen a través de aplicaciones móviles. 

 

Mayoritariamente pero no exclusivamente un asunto de hombres, el chemsex puede también ser practicado por personas de cualquier orientación sexual, individuos o parejas en busca de nuevas y fuertes sensaciones. Se acomodan frente a un ordenador, usando drogas y manteniendo actividad sexual online por horas, da igual con quién. 

 

Así es como se presenta otro de los grandes peligros para los asiduos a estas fiestas de drogas y sexo: las adicciones. 

 

El sexólogo y educador Isachar Villa (España) afirma que “el uso habitual de estupefacientes para tener todo tipo de prácticas sexuales, produce adicción. La idea de tener sexo sin usar un estimulante químico ya no se concibe.”

 

El sexo “ya no lo hacen como antes”

La introducción del Sildenafilo (Viagra) a finales de los noventa fue un acontecimiento disruptor que cambió la forma en que tenemos sexo.

 

Sumado a los fármacos vasodilatadores, el final de los noventa también vio surgir otro hecho histórico que marcó el inicio de una nueva era: el nacimiento y proliferación del internet.

 

La tecnología nos conectó sin importar distancias y también nos abrió una puerta al porno a gran escala y a las apps de citas, aplicaciones para conocer parejas románticas o sexuales. Hoy, esa es nuestra normalidad.

 

Para muchos, el sexo “tradicional” se ha convertido en algo banal, rutinario, aburrido. El sexo, hoy en día, tiene que ser más “salvaje” para excitarnos. 

 

El chemsex se basa en el abuso de drogas para facilitar y sostener la actividad sexual: cocaína, poppers, GHB/GBL (g, éxtasis líquido, chorri, potes), mefedrona, ketamina (k, keta, vitamina k, special k), anfetamina (speed), entre otras; todo mezclado con alcohol y fármacos vasodilatadores.

 

El cuerpo va generando tolerancia a la metanfetamina, también llamada cristal, por lo que el consumidor va aumentando sus dosis hasta cantidades muy peligrosas para una sola sesión de algunas horas, con un altísimo riesgo de muerte por sobredosis, infartos, accidente cerebrovascular o brotes psicóticos.

 

Si el cristal se consume por vía intravenosa, otro gran peligro es el contagio de VIH y diversas enfermedades. 

Conclusiones

Como puedes ver, este tipo de fenómenos sexuales va más allá de la juerga y el descontrol.

 

Es cierto que la liberación sexual nos abre un mundo de mayor satisfacción en nuestras relaciones, pero, tal y como advertía el poeta Lawrence Ferlinghetti, no nos conviene entregarnos sin un mínimo de sentido común y olvidar anteponer nuestra salud al resto, pues: “Si abres tu mente demasiado, se te caerá el cerebro al suelo”

 

Para terminar el tema te dejamos el siguiente artículo para que puedas leer mucho más: El gran peligro del chemsex. ¿Qué es y qué consecuencias tiene esta práctica cada vez más en auge?

 

¡Hasta pronto!

 

Artículo avalado por Héctor Corredor, Médico Cirujano especialista en Urología con Maestría en Sexología Clínica, Director médico internacional en Boston Medical Group.

 

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