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¿Cuánto tiempo puede pasar un hombre sin sexo?

Si en 2020 te tocó la lotería negra del confinamiento en solitario o llevas un rato sin pareja, este artículo te va a interesar.

¿Cuánto tiempo puede pasar un hombre sin sexo? ¿Cómo la falta de relaciones sexuales afecta nuestra salud mental, emocional y física? ¿Qué medidas pueden tomarse para mitigar “el hambre” y reducir los daños colaterales? ¡Te contamos todo a continuación!

El sexo es vida

Sexo es vida y un indicador de salud. Por eso, cuando no lo tenemos -tal vez no por falta de ganas-, hay que buscar si existe un problema físico o psicológico que esté causando la falta de apetito sexual, como bajos niveles hormonales, por ejemplo. 

También deben evaluarse las circunstancias de vida, como la falta de pareja, para buscar soluciones.

Lo que no se usa, se atrofia, dicen. Si bien la falta de sexo no mata, sí puede repercutir en el cuerpo y en el estado emocional. Privarse del sexo afecta todos los aspectos de la vida y hasta la función eréctil. ¿Por qué? Te invitamos a leer más aquí: ¿Qué significa el término inapetencia sexual?

Pirámide de Maslow

Según la pirámide de Maslow (una teoría de motivación que trata de explicar qué impulsa la conducta humana), las necesidades humanas pueden organizarse en cinco niveles ordenados jerárquicamente según su importancia.

Las necesidades enumeradas por esta pirámide se dividen en dos categorías: las necesidades que surgen debido a la privación y las necesidades de autorrealización.

La diferencia entre ellas es que cuando una necesidad de “carencia” está saciada, tiende a desaparecer (por ejemplo: tienes hambre, comes, puedes seguir con tu día). 

Las necesidades de crecimiento, por el contrario, son permanentes y están motivadas por nuestro deseo de evolucionar.

La dificultad para satisfacer nuestras necesidades de carencia, es decir, nuestras necesidades básicas, impiden que alcancemos la cima de la pirámide: la autorrealización.

El sexo se encuentra en la base de la pirámide, entre las necesidades fisiológicas. Cabe observar que Maslow no incluyó la necesidad de contacto no sexual, es decir, de afecto físico.

Es quizás por esto que la mayoría asumimos que nuestras necesidades de intimidad sólo pueden satisfacerse en las relaciones sexuales. 

Pero, ¿cuánto tiempo puede pasar un hombre sin sexo? Y si durante un tiempo, más o menos largo, no podemos obtenerlo, ¿qué le pasa a nuestro cuerpo y a la psique?

Según la sexóloga y ginecóloga Francisca Molero, directora del Instituto de Sexología de Barcelona y expresidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, afirma, “yo diría que mucho tiempo sin sexo es más de tres meses.

Hablamos de no tener sexo de ningún tipo: penetración, masturbación recíproca o en solitario. 

Es frecuente que, en las parejas de mucho tiempo, la frecuencia de las relaciones sexuales baje o desaparezca, ya sea por el estrés, el trabajo, los hijos, enfermedades, etc.

Pero mientras se mantenga el contacto físico como caricias, besos y abrazos, es más fácil retomar el erotismo y no terminar en ruptura, concluye la Dra. Molero.

Por su parte, los expertos en salud sexual masculina de Boston Medical Group, afirman que el sexo no sólo es una excelente forma de mantener una buena condición física, sino de crear vínculos sanos con otras personas, liberar estrés, darle “entrenamiento” a los genitales, sentirse joven y sostener el equilibrio emocional. 

La falta de relaciones sexuales puede generar:

• Eyaculación precoz. Después de tanto tiempo de estar contenido, el semen necesita salir y lo hará al menor estímulo, como una olla de presión. 

Las personas que guardan una larga abstinencia, suelen acumular mucha ansiedad, el detonador perfecto para la eyaculación precoz

• Disfunción eréctil. El pene está hecho de músculos, tejido elástico (eréctil) y un complejo sistema de vasos sanguíneos que tienden a perder fuerza cuando no se ejercitan. La actividad sexual llena de sangre el pene, algo muy necesario para que se regenere este órgano en particular. 

• Estrés y ansiedad. Cuando tenemos relaciones sexuales, el cerebro libera endorfinas y oxitocina, las sustancias del bienestar. La falta de sexo, genera lo contrario. El cortisol que produce el estrés también afecta la circulación sanguínea y por lo tanto, las erecciones.

• Baja autoestima. No relacionarnos con otros nos impide crecer como seres humanos y conocernos a través del otro. A la larga, la falta de relaciones sexuales puede hacernos sentir que no somos atractivos o que nos somos dignos de inspirar amor. 

Además, la falta de intimidad con otro ser humano puede hacer que bajen nuestros niveles de serotonina. 

• Afectaciones al sistema inmune. Hay estudios que lo indican: las personas que practican relaciones sexuales con frecuencia, producen niveles “significativamente más altos” de inmunoglobulina A, el anticuerpo más importante (presente en las secreciones corporales). 

Los bajos niveles de dicho anticuerpo, producen un mayor riesgo de contraer gripes o infecciones virales, entre otros problemas. 

• Insomnio. La falta de sexo altera el sistema nervioso y nos impide dormir bien. • Nos priva de un inmenso placer.

¿Cómo se relacionan las relaciones sexuales con el sistema nervioso?

Explica Boston Medical Group que el sexo tiene una relación directa con el sistema nervioso. Las relaciones sexuales lo mantienen relajado, conservan activas las neuronas y ayudan a ejercitar el corazón. Es el mismo efecto del ejercicio físico, pero más divertido. Lee más aquí: ¿Cómo afecta la falta de relaciones sexuales a largo plazo?

La necesidad de contacto -tacto-, ya sea en el contexto de una relación sexual, romántica o al margen de éstas, ha sido ampliamente demostrada.  Es una necesidad profunda de los mamíferos y en especial, de los seres humanos que, en tiempos del “me too”, tenemos que sortear el estigma del sexo y las normas sociales respecto al contacto físico.

A pesar de los condicionamientos machistas que inhiben la necesidad de pedir un abrazo, los beneficios del contacto físico están claramente documentados como “capa protectora contra el estrés”, seas hombre, mujer, trans o no binario.

El contacto físico con otro ser humano libera oxitocina, la “hormona del amor” que domina nuestros vínculos afectivos y disminuye la presión arterial.

La educadora sexual, Corinne Kai hace hincapié en la importancia de la paciencia, la curiosidad y la confianza en nuestra propia capacidad de resiliencia cuando nos falta el contacto humano. 

En un artículo reciente para Allure, se nos anima a ser creativos a la hora de cultivar la intimidad en solitario: “Algunos tipos de intimidad en solitario pueden consistir sencillamente en abrazarse a uno mismo, acariciar o abrazar a tus mascotas, darse un baño largo, envolverse en una manta, masturbarse o automasajearse con una loción hidratante”. 

Recomendaciones finales

“El contacto humano es una necesidad emocional y física basada en nuestra biología y psicología”, como lo explica la terapeuta sexual Jesse Kahn, directora del Centro de Terapia de Género y Sexualidad de Nueva York.

“Si no estás seguro de cómo empezar, empieza por centrarte en el contacto con la piel y el tipo de tacto que te resulta placentero. Piensa en dónde te gusta que te toquen”, recomienda la terapeuta sexual y de relaciones, Shadeen Francis. 

Hay muchas zonas erógenas en los hombres que tal vez no conozcas y en las que puedes encontrar placer. Hacer un inventario de dónde y qué sientes -incluida la próstata si te atreves a experimentar- puede ser una exploración divertida.

Este ejercicio de mapeo corporal no sólo construye intimidad contigo mismo, sino que puede darte nuevas e excitantes ideas para poner en práctica cuando estés con alguien. 

Tampoco descartes el sexo casual. Hay aplicaciones de citas abiertamente sexuales para encontrar personas que buscan lo mismo que tú: dormir abrazados. Nuestro deseo de tocar y de ser tocados, de sentirnos físicamente entre otras personas es una necesidad legítima y, sobre todo, natural. Este anhelo es un deseo que ha evolucionado en nosotros para que nos resulte más fácil sobrevivir. 

Conclusiones

Los lazos afectivos aumentan las probabilidades de pasar “una buena vejez” aún cuando no haya sexo. Y si el cuerpo pide relaciones sexuales, la tecnología está de nuestro lado para poder tener sexo cuando lo necesitemos. 

¡Gracias por tu lectura!

Artículo avalado por Héctor Corredor, Médico Cirujano especialista en Urología con Maestría en Sexología Clínica, Director médico internacional en Boston Medical Group.

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