Los problemas de bajo deseo sexual o deseo sexual hipoactivo son un motivo de consulta creciente en sexología. Aunque es más frecuente en mujeres, cada vez son mayores las consultas de hombres, incluso jóvenes, con este problema.
En el caso de la mujer, a partir del 2013 los criterios diagnósticos cambiaron, y es un tema con el cual no está del todo de acuerdo gran parte de los expertos en el mundo.
En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición (DSM-5), lo que anteriormente estaba categorizado como deseo sexual hipoactivo ha sido incluido en el diagnóstico de interés sexual femenino / Trastorno de excitación sexual en la mujer.
Por eso, en el presente artículo hablaremos sobre los problemas del bajo deseo sexual, abordaremos su definición y te compartiremos los resultados de investigaciones médicas más importantes sobre el tema, ¡acompáñanos!
¿Qué es el deseo sexual hipoactivo?
El deseo sexual hipoactivo ha sido definido como fantasías sexuales deficientes (o ausentes) y bajo deseo de actividad sexual que causa una angustia marcada o dificultades interpersonales. No es mejor explicado por otro trastorno psiquiátrico, como la depresión por ejemplo, problemas en la relación de pareja o el efecto directo de una sustancia, medicación o condición médica general.
¿Qué dicen los estudios relacionados con el tema?
Para tener más información acerca de los criterios diagnósticos, epidemiología y tratamiento del bajo deseo sexual, recurrimos a un artículo publicado en 2016 en Sexual Medicine Review, titulado: “Deseo sexual hipoactivo: una revisión de la epidemiología, biopsicología, diagnóstico y tratamiento”. Esta publicación revisa el estado del conocimiento sobre este tema por medio de una extensa búsqueda bibliográfica.
Resumen de los resultados más destacados.
Los médicos reconocen que el deseo sexual bajo es común y angustiante para las pacientes y sus parejas. Sin embargo rara vez lo abordan, y justifican este comportamiento citando baja confianza para hablar de sexualidad, limitaciones de tiempo y falta de tratamientos eficaces.
En relación con lo anterior, sabemos que el deseo sexual hipoactivo es subdiagnosticado y por lo tanto sub-tratado, ya que los médicos no suelen preguntar acerca de la función sexual de sus pacientes y tampoco conocen en profundidad las herramientas y criterios diagnósticos actuales. Menos de la mitad de las pacientes con problemas sexuales buscan ayuda o plantean el tema con los profesionales de la salud.
Es importante considerar, de acuerdo al modelo circular de respuesta sexual de Basson, que en un porcentaje considerable de mujeres el deseo sexual no es espontáneo sino que emerge en el marco de una situación de intimidad física y emocional.
En un estudio reciente abreviado como PRESIDE, se evaluó la prevalencia de los problemas sexuales por medio de una encuesta poblacional de mujeres estadounidenses adultas. Casi la mitad (43,1%) de ellas reportaron algún problema sexual. El bajo deseo, presente en el 37,7%, fue el problema sexual más frecuente informado, seguido de baja excitación (25,3%) y problemas con el orgasmo (21,1%). Aunque este problema aumenta con la edad, también con los años disminuye la angustia y por lo tanto no se presenta la motivación suficiente como para buscar una solución científica.
El bajo deseo sexual se asocia con una menor calidad de vida, menor satisfacción general y con la pareja, y estados emocionales negativos más frecuentes.
En relación con el tratamiento, contamos con intervenciones psicoterapéuticas y farmacológicas cuyo objetivo es mejorar la activación del deseo y la respuesta sexual, y disminuir los procesos inhibitorios. La psicoterapia cognitivo comportamental, la psicoeducación y el mindfulness han demostrado ser eficaces en el tratamiento de problemas sexuales. Desde el punto de vista químico, la flibanserina es la primera medicación diaria de acción central para el deseo sexual hipoactivo, y fue recientemente aprobada por “La Administración de Alimentos y Medicamentos” (FDA) en los Estados Unidos para mujeres premenopáusicas. Sus resultados clínicos aún no son concluyentes.
En mujeres posmenopáusicas debemos considerar el tratamiento de la atrofia vulvovaginal, sequedad vaginal y dispareunia. De acuerdo con los estudios, estas pacientes se beneficiarán de la terapia local de baja dosis de estrógenos vaginales o de un modulador selectivo de los receptores de estrógenos, y en algunos casos de la terapia con testosterona. El bupropión puede ser efectivo como antídoto cuando el bajo deseo sexual es inducido por medicación antidepresiva.
Conclusiones
Como vemos, el deseo sexual es un tema complejo y sobre el que todavía falta mucho por investigar. Médicos, psicoterapeutas y pacientes deben tomar consciencia de la importancia de abordar el tema de manera clara y directa, y así buscar las alternativas terapéuticas que se ajusten al caso particular.
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Artículo validado por Juan Manuel Martinez Preciado, Médico Cirujano con Maestría en Sexología clínica, integrante del grupo de dirección médica internacional Boston Medical Group.
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