Mostrar algún tipo de inseguridad con respecto a la propia imagen corporal se ha convertido en la cosa más normal del mundo.
Hasta el siglo XX, por ejemplo, la celulitis, poco más que una característica sexual secundaria como pueden ser los senos, formaba parte del ideal de belleza y nadie tenía un problema con ella. Y ahí están todas esas pinturas clásicas de mujeres rubicundas para demostrarlo. Pero de repente un día, como dijo la autora Germaine Greer: “Érase una vez un mundo en el que hombres y mujeres admiraban algo de grasa con hoyuelos. Tuvo que llegar el marketing del siglo XX para convertirlo en algo asqueroso”.
Para recuperar el control de tu imagen corporal, es importante que te des cuenta de que la vergüenza que sientes no es tuya. Ha sido implantada por la sociedad en la que vives.
Porque la celulitis no es, ni mucho menos, una enfermedad, ni algo que deba de ser diagnosticado, y carecía de connotaciones negativas hasta 1933, cuando la revista francesa de belleza Votre Beauté declaró en un artículo que la celulitis era “una acumulación de agua, toxinas, residuos y grasa contra la que es muy difícil luchar”, cuando en realidad no es más que la perfectamente normal acumulación de grasa bajo la piel, que hace que la piel tire en una dirección mientras que los cordones conectivos fibrosos, que fijan la piel al músculo, tiran en dirección contraria, lo que provoca sus característicos hoyuelos.
La industria
Por supuesto, la industria cosmética no quiso dejar pasar la oportunidad de hacerse de oro a costa de nada y llenó los estantes con miles de productos para acabar con esa lacra terrorífica. Para muchas mujeres, tener celulitis es hoy una maldición de la que avergonzarse y que se debe de esconder porque la sociedad rara vez la perdona.
El mundo actual, más pendiente de la imagen que nunca, no cesa en su empeño de presionar sobre nuestro autoconcepto, y esa presión no ha hecho más que incrementar con la hiper digitalización de nuestra imagen personal a través de las redes sociales y las cámaras de nuestros teléfonos, cada vez más crueles que inteligentes. Esa presión nos está volviendo a todos, del primero al último, más esclavos de nuestra apariencia personal de lo que lo fueron nunca nuestros antepasados.
Los medios de comunicación
Nuestra exposición a los medios de comunicación, incluida la pornografía, puede distorsionar nuestra visión acerca de lo que es o se considera “normal”, y tal y como afirma sin tapujos el psicólogo clínico Daniel Sher: “Para recuperar el control de tu imagen corporal, es importante que te des cuenta de que la vergüenza que sientes no es tuya. Ha sido implantada por la sociedad en la que vives. La idea de que ciertos tipos de cuerpo son ‘normales’ es un mito. No es que no seas normal, es que eres único. Todos lo somos”.
¿El tamaño importa?
Y si lo que te preocupa es el tamaño de tu pene, porque te parece o alguien te ha hecho creer que es demasiado pequeño, demasiado grande o que no es del todo normal, lo primero que deberías de saber es que no estás solo. Aunque estas creencias están haciendo que la intimidad te resulte difícil o incómoda, o te provoque baja autoestima, lo que te está pasando no tiene nada de raro y, oye, que igual ni siquiera te está pasando en realidad.
Los penes, como los zapatos, existen de todas las formas y tamaños, y la mayoría de los hombres que creen que su pene es pequeño en realidad se encuentran dentro de la media estadística de tamaño, unos 13 cm en erección. Y por si no te ha quedado claro, no existe un tamaño de pene ideal, ya que las vaginas también vienen de todas las formas y tamaños.
Según la Dra. Linda Baggett, psicóloga especializada en sexo e imagen corporal, es importante recordar, en lo que respecta al tamaño del pene, que el tamaño depende realmente de cómo lo uses. “Si tu pene es realmente pequeño, todavía hay muchas maneras de dar y recibir placer, con o sin él”. El sexo sin penetración y otras actividades no centradas en el falo, son opciones tan válidas como cualquier otra que además pueden ayudarte a superar tus inseguridades al demostrarte a ti mismo que eres capaz de formar parte del juego, y de devolver el gozo y la alegría que el dormitorio es capaz de regalarte. No te quedes con los brazos cruzados y pon a prueba tu imaginación, tu lengua, tus manos.
Y si te pasa lo contrario, y tu pene es demasiado grande para tu pareja, tendrás que buscar la manera de acomodarla, con diferentes posturas, profundidades de penetración y grados de control.
Al margen de tu tamaño, fíjate en las cosas que haces bien y en las reacciones positivas de tu pareja cuando mantienen relaciones sexuales. Presta atención a su lenguaje corporal si es que directamente no tienen un diálogo sincero y abierto al respecto; no hay mejor manera de conocer el valor que tienen tus aportaciones a tus relaciones afectivas.
La hora de la intimidad
Si la intimidad se te ha vuelto difícil porque no dejas de tener dudas acerca de ti mismo, lo más importante sería que te esfuerces por construir o reparar esa vía de comunicación. Como sugiere la terapeuta de parejas Dana McNeil: “Está bien que de vez en cuando compartas con tu pareja si te sientes inseguro con alguna parte de tu cuerpo y que le pidas que te recuerde o te reafirme lo que encuentra atractivo en ti. También está bien comprobar con tu pareja lo que disfruta o aprecia de su conexión íntima para reforzar su confianza en lo que están haciendo bien en ese departamento”.
El Dr. Sher es el primero en reconocer que los problemas de imagen corporal pueden influir negativamente en la vida sexual: “Los sentimientos de inseguridad con algún aspecto físico de nuestro cuerpo a menudo conducen a la ansiedad por el desempeño sexual, lo que puede manifestarse en forma de eyaculación precoz, disfunción eréctil o, en el caso de las mujeres, en la reducción de la lubricación vaginal”.
Conclusiones
No hay duda de que la alcoba es el lugar en el que uno más vulnerable se siente a la hora de trabajar sus temas de imagen corporal, y precisamente por ello no conviene hacer como si no pasara nada. Si tenemos un problema con una o todas las partes de nuestro cuerpo hay que afrontarlo frontalmente. Como aconseja la Dra. McNeil: “Toma esos pensamientos negativos y reformúlalos utilizando un lenguaje de aceptación, menos agresivo”. Y no solo eso, puedes recurrir a técnicas de meditación, como la atención plena, “para centrarte en la tarea que tienes entre manos y mantener tu mente alejada de los pensamientos negativos”.
Sé valiente, no tiene sentido que dejes pasar la vida a un lado por problemas de imagen corporal que quizás beneficien a la industria de la belleza, pero que probablemente no le preocupan a nadie más que a ti.
Esperamos que este artículo te haya ayudado, nos reencontramos en la próxima entrada. ¡Hasta pronto!
Artículo validado por el Dr. Jesse Jarrod Jimenez, Médico Especialista en Cirugía General, Urología, Andrología y Medicina Sexual de Boston Medical Group en México, Monterrey.
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