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Efectos secundarios al tomar dopamina. ¿Cómo influye en la vida sexual masculina?

La dopamina es un neurotransmisor considerado como la sustancia del placer. Es la encargada de regular la motivación y el deseo, por eso impulsa a repetir conductas que nos resultan placenteras o estimulantes. Este químico es clave en el movimiento, la memoria, los sistemas de recompensa, el comportamiento, la cognición, la atención, el sueño, el humor, el aprendizaje o la defensa ante el peligro. Pero, ¿cómo influye en la vida sexual masculina? La dopamina está relacionada con la libido, aunque su función es mucho más compleja. Si bien el cuerpo la produce en cantidades suficientes para ser funcional, también es producida artificialmente en laboratorios. Cuando los niveles se desequilibran, el cuerpo reacciona y no de buena manera. Estos son los efectos secundarios al tomar dopamina. ¡Quédate leyendo para conocerlos!

¿Qué es la dopamina y cuál es su función?

La dopamina es un neurotransmisor del sistema nervioso central, es decir, es uno de los químicos que producen la conexión-comunicación entre una neurona y otra, un mensajero del cerebro, por decirlo de una manera más simple. En nuestro cerebro, existen 5 tipos de receptores celulares de dopamina (del D1 al D5).

La dopamina está distribuida en diferentes regiones de nuestro cerebro y en cada zona desempeña un papel diferente. Es por eso que, además de la necesidad de mantener niveles normales de este neurotransmisor, es indispensable que se distribuya de manera adecuada en nuestro cerebro para llevar a cabo todas sus funciones.

Para entender un poco mejor cuáles pueden ser los efectos secundarios de tomar dopamina -adicional a la que ya producimos-, debemos revisar un poco más a detalle algunas de sus funciones esenciales:

  • Satisfacción personal. Estudios demuestran que una persona con autoestima alta o que se siente satisfecha con su vida, tiene una mayor cantidad de receptores de D2 de dopamina en su cerebro. 
  • Estimulante de las emociones fuertes. Se ha detectado mayor presencia de dopamina en ciertas regiones cerebrales en personas que son proclives a buscar emociones al límite, que impliquen algún riesgo, como la pasión por los deportes extremos o tirarse de un paracaídas.
  • Sobrepeso y obesidad. Las personas con tendencia al sobrepeso cuentan con menos receptores de dopamina en su sistema nervioso, por lo que necesitan, por ejemplo, comer chocolates, pan dulce, azúcar o refrescos de cola en grandes cantidades. Sobra advertir sobre los peligros de buscar una “recompensa” o dopamina extra en la comida.  
  • Drogas. La adicción a drogas como la cocaína (o cualquier otra de origen químico, como las anfetaminas) puede indicar un nivel bajo de dopamina. La adicción que producen las drogas se produce porque estimulan la sensación de recompensa de una forma sumamente intensa. El cerebro percibe esto como algo beneficioso o gratificante y quiere repetirlo una y otra vez. Este efecto es el que produce la adicción a la pornografía, por ejemplo.
  • Regula la memoria. La dopamina se encarga de regular la duración de la información a largo plazo, nos referimos a los recuerdos. Cuando aprendemos algo que nos satisface o nos da placer, la dopamina activa el hipocampo para que retenga dicha información, en caso contrario, cuando el recuerdo no es favorable, la dopamina no activa el hipocampo y el recuerdo no se almacena.
  • Motivación. Las personas muy enfocadas en cumplir objetivos exigentes, se ha comprobado que tienen más dopamina a nivel de la corteza prefrontal.
  • Personalidad. ¿Introvertido o extrovertido? ¿Cobarde o valiente? ¿Seguro o inseguro? Depende del nivel de dopamina. Una persona que consume dopamina de forma artificial, ya sean estimulantes de prescripción médica, cocaína, tachas, anfetaminas, etc., toma esa actitud de autosuficiencia, platicador, envalentonado, etc. Pero el bajón le hace sentirse terriblemente deprimido. Así es como se desarrollan las adicciones.
  • Enamoramiento. “El amor es cuestión de química”. Sí, de química cerebral. El sentimiento de amor es una reacción emocional y las emociones están controladas por químicos en el cerebro. Cuando estamos enamorados, experimentamos emociones satisfactorias y agradables. Nos sentimos “en las nubes”. ¿Por qué? Porque liberamos dopamina, serotonina, endorfinas y oxitocina, entre otras sustancias. 

¿Cómo influye en la vida sexual masculina?

Se trata nada menos que del neurotransmisor del placer, clave para promover los procesos de seducción, la sexualidad y el deseo.

Los niveles altos de esta sustancia, están relacionados con hiperactividad, hipersexualidad o hipersocialización.

Cuando sentimos atracción -sexual- por alguien, el nivel de dopamina se dispara y causa todo tipo de reacciones: el corazón se acelera, perdemos el apetito, el sueño, nos obsesionamos con esa persona, etc. Eso es lo que percibimos como enamorarnos locamente. Pero esto no es más que una reacción química.

Al subir la dopamina, también lo hace la testosterona, la hormona que alimenta el deseo sexual. Esto podría sonar como algo sumamente positivo, especialmente en personas con bajo deseo sexual o estado de ánimo deprimido. Pero no es tan simple. Valga recordar los efectos de niveles anormalmente altos de testosterona en varones mencionados en artículos anteriores, como causas de disfunción eréctil después del consumo crónico de esteroides. 

Entendamos específicamente la acción de los químicos en el cuerpo durante el acto sexual:

El sistema límbico -región del cerebro responsable de los impulsos físicos y del procesamiento emocional-, se activa durante el sexo, mientras que otras partes de la corteza cerebral que gobiernan el razonamiento, se cierran. Es por eso que el sexo es una necesidad guiada más por el instinto y la emoción, que por el pensamiento racional.

Una sustancia que se libera durante las relaciones sexuales es la oxitocina. Sustancia del apego, la autoinhibición y de los “efectos analgésicos”. La producción de oxitocina se estimula con la excitación sexual y el orgasmo.

La serotonina, por su parte, ayuda a regular el estado de ánimo y el sueño. Cuando una persona no produce suficiente serotonina, se siente deprimida. Esta sustancia aumenta durante las relaciones sexuales, por eso experimentamos sentimientos de felicidad y paz, mejora el estado de ánimo y baja el estrés. 

Los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina a veces recetados para ayudar a solucionar la eyaculación precoz, explica el Dr. Jorge Barba, director médico de Boston Medical Group,

“producen una relajación que puede llevar a una disminución del interés y del apetito sexual, ya que interactúan con los niveles de dopamina y prolactina, lo que puede producir cambios en el estímulo y motivación del acto sexual, la sensibilidad del pene, disminución del deseo y el placer, así como el retardo en la eyaculación y alteraciones circulatorias que deriven en disfunción eréctil”.

Sirva este ejemplo para ilustrar que todos los químicos cerebrales actúan simultáneamente y en todas las regiones del cerebro involucradas en la respuesta sexual. Si el nivel en alguna de estas sustancias, se altera, causará un desequilibrio en las otras. 

Existe otra sustancia de la que no se habla tanto: la noradrenalina, responsable de aumentar la excitación, la atención y la energía al activar el sistema nervioso simpático en el cerebro. 

Las endorfinas son las responsables últimas del placer. Se segregan como respuesta al deporte, a las caricias o al sexo. Esta hormona produce una sensación de bienestar general y ayuda a controlar el comportamiento. 

Y finalmente, ¡dopamina! Bendita sustancia. El sexo hace que el cerebro libere niveles mucho más altos de dopamina que, entre sus muchas funciones, tiene la de regular la prolactina (productora de la leche materna) y muy asociada al desarrollo y las funciones sexuales. Es la hormona responsable de que los senos crezcan (en hombres se llama ginecomastia) y produzcan leche materna. Si los niveles de prolactina están más altos de lo normal, puede disminuir el deseo sexual y causar disfunción eréctil. 

¿Qué pasa cuando los niveles de dopamina se elevan artificialmente? O concretamente, ¿cuáles son los efectos secundarios al tomar dopamina?

Cuando los niveles de dopamina son óptimos somos la mejor versión de nosotros mismos, valga el cliché: nos sentimos motivados, alegres, satisfechos, sociables, con libido funcionando al 100%, nos enamoramos, tomamos riesgos calculados y estamos entusiastas, pero no desbocados.

Cuando la dopamina está muy baja, sentimos desgano, depresión, ausencia de deseo sexual -que fácilmente deriva en disfunción eréctil. ¿Y qué hacemos? Buscamos en sustancias artificiales esas emociones ausentes, ignorando que estamos desequilibrando las funciones del sistema nervioso central.

Existen trastornos relacionados a la mala distribución de la dopamina, como la enfermedad de Parkinson, caracterizada por temblores, rigidez y lentitud en los movimientos. También se ha asociado al TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).

Los estimulantes de prescripción médica son recetados por los médicos para tratar este tipo de trastornos u otros como la narcolepsia (episodios incontrolables de sueño profundo). La sustancia aumenta el estado de alerta, la atención y la energía; pero no sin efectos secundarios.

Entendamos que estos estimulantes suelen ser derivados de anfetaminas. En dosis controladas -por el psiquiatra-, suelen ser más o menos seguros, pero los problemas vienen cuando:

  • El paciente toma el medicamento en forma diferente o en dosis distintas a las indicadas.
  • Alguien toma el medicamento recetado para otra persona.
  • Alguien toma el medicamento sólo por el efecto que causa (para drogarse).

Cuando la dopamina es anormalmente alta, las sensaciones positivas se exacerban: nos sentimos obligados a conseguir lo que sea sin importar las consecuencias; nos ponemos demasiado exigentes y de mentalidad fija (o necia, mejor dicho). 

Suena simple, pero es mucho más complejo. Los estimulantes de prescripción aumentan la actividad de dos sustancias químicas en el cerebro: la dopamina y la norepinefrina. La dopamina afecta las sensaciones de placer. La norepinefrina afecta los vasos sanguíneos, la presión arterial, la frecuencia cardíaca, el nivel de azúcar en la sangre y la respiración.

Entre los efectos secundarios de la dopamina artificial, se encuentra una sensación de euforia («high») junto con las siguientes reacciones:

  1. Aumento de la presión arterial y frecuencia cardíaca.
  2. Aumento de la frecuencia respiratoria.
  3. Disminución de la circulación sanguínea.
  4. Aumento del nivel de azúcar en la sangre.
  5. Dilatación de las vías respiratorias.

En dosis altas, los estimulantes de prescripción pueden elevar la temperatura del cuerpo a niveles peligrosos y causar arritmias, insuficiencia cardíaca y convulsiones.

El consumo continuo de estimulantes activadores de dopamina, incluso durante un período breve, puede causar psicosis, ira, esquizofrenia o paranoia, además de muerte por sobredosis.

No es broma. Cuando una persona sufre una sobredosis de estimulantes, presenta una serie de síntomas como inquietud o desasosiego, temblores, reflejos hiperactivos, respiración acelerada, confusión, agresividad, alucinaciones, estados de pánico, fiebre anormalmente alta, dolores musculares y debilidad. También puede tener problemas cardíacos, como arritmias que le ocasionen un ataque al corazón; problemas nerviosos que causan convulsiones, presión arterial anormalmente alta o baja e insuficiencia circulatoria. Los problemas estomacales pueden incluir náuseas, vómitos, diarrea y calambres abdominales. Además, una sobredosis puede llevar al coma y muerte por envenenamiento.

El uso indebido de estos estimulantes artificiales, puede llevar a un trastorno por el consumo de drogas, en casos graves, adicción. Aunque estas sustancias sean indicadas por un médico, no podemos ignorar qué son drogas adictivas. 

Esto da pie para hablar de un medicamento que, según Mayo Clinic, está entre los antidepresivos que tienen el índice más bajo de efectos secundarios sexuales. Se llama Bupropión. Explica la doctora Remedios Gutiérrez, psiquiatra, endocrinóloga y miembro fundador del Centro de Estudios y Aplicación del Psicoanálisis (España):

“el Bupropión pertenece al grupo de Inhibidores de la Recaptación de Dopamina y Noradrenalina (IRSN) y, a diferencia de los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS), actúan sobre otros neurotransmisores distintos a la serotonina”. 

Al inhibir la reabsorción de dopamina y norepinefrina, químicos indispensables en la respuesta sexual, permite una mayor disponibilidad de estas sustancias, por lo que se considera un excelente antidepresivo para hombres, ya que no interfiere en la función eréctil. Este fármaco lleva un rato en el mercado y se ha indicado, principalmente, para tratar la depresión y el síndrome de abstinencia a la nicotina. Y sí, es un derivado de la familia de las anfetaminas; aunque en dosis bien controladas por un médico, se considera seguro.

Aunque nuestros comportamientos sexuales, debido a las regulaciones y aprendizajes sociales, son mucho más complejos y variables, no es infrecuente quedar atrapado en la necesidad de repetir el subidón de dopamina. Tendemos a repetir patrones de conducta que nos producen placer y al hacer esto, los reforzamos, pensando que son nuestra única posibilidad.

Al igual que con cualquier adicción, hay un período de subida y otro de “resaca”, que nos hace anhelar restablecer los niveles dopamínicos anteriores. Para muchos hombres (aunque las mujeres no están exentas) esta resaca es tan desesperante, que hacen lo que sea por recuperarlos. No es que culpemos a la dopamina de la infidelidad, pero algo tiene que ver con eso. Ese golpe de dopamina podría convertirse, incluso, en adicción al sexo. 

La dopamina puede ocasionar serios problemas de salud si se produce en exceso o demasiado poco, según han asegurado un equipo de expertos con motivo de la Conferencia de Dopamina 2016 de la Universidad de Viena.

Esperamos que este artículo haya resultado interesante. No dudes en escribirnos por cualquier consulta o inquietud. 

¡Hasta la próxima!

Artículo avalado por Héctor Corredor, Médico Cirujano especialista en Urología con Maestría en Sexología Clínica, Director médico internacional en Boston Medical Group.

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