Existe la creencia popular de que las drogas recreativas pueden mejorar las experiencias sexuales, desinhibir, aumentar la libido o intensificar las sensaciones. ¡Nada más lejos de la realidad! Todas las drogas, sin excepción, tienen efectos secundarios nocivos en el cerebro, el corazón, la presión arterial y desde luego que también en el desempeño sexual. Tal vez pienses que exageramos. De verdad, el consumo de drogas a largo plazo ¿puede provocar trastornos sexuales? Lo consultamos con los expertos y si quieres saber qué opinan al respecto, ¡no te muevas de aquí!
Evidencia científica
No existe evidencia médica o sustento científico alguno que respalde la injustificada fama de las drogas como un “potenciador sexual”. Al contrario, todo apunta a que el consumo de drogas a largo plazo puede provocar trastornos sexuales; ya sean de origen natural como la marihuana o las desarrolladas químicamente -todas ellas de forma ilegal-, son grandes enemigos de la respuesta sexual a largo o en ocasiones, a corto plazo. Aquí te vamos a explicar por qué.
De acuerdo con un trabajo realizado por sexólogos responsables de la asesoría sexológica del Centro de Información y Asesoramiento Juvenil (CIPAJ. Zaragoza, España) denominado “Drogas y sexualidad. Repercusiones en la vida erótica.”, el término droga define a “cualquier sustancia que altera el estado de ánimo, la conducta, el rendimiento físico o psíquico, la percepción o el conocimiento, y que con frecuencia ocasiona dependencia y tolerancia.” Esto tanto en el ámbito médico como psicológico.
Partiendo de esta base, es lógico pensar que lo que mal inicia -aunque en un principio se tenga la ilusión de lo contrario-, peor acaba.
Es un hecho probado que las drogas no sustituyen la capacidad de seducción o de relacionarse del ser humano. Tal vez, al igual que el alcohol, nos hagan sentir momentáneamente más audaces, desinhibidos o hasta excitados, pero el cuerpo no responderá igual a la hora de llegar a la cama.
Las drogas recreativas no tienen ningún efecto positivo sobre la función genital y/o eréctil; actúan sobre la psique del individuo, así, la respuesta a los estimulantes artificiales dependerá de la personalidad y hábitos de consumo de determinadas sustancias. Así lo afirma Santiago Frago, director médico del Instituto de Sexología y Psicoterapia Amaltea (España).
Uno de los grandes peligros de los estupefacientes es la adicción física y psicológica que generan. En el caso de drogas como la cocaína o las anfetaminas, promueven una liberación anormalmente alta de dopamina en el cerebro. A mayor consumo, más dopamina y mayor dependencia. A la larga, tanto el comportamiento del sujeto como su capacidad de relacionarse sexualmente y el funcionamiento de su organismo, se verá alterado.
Al respecto dice el urólogo Jorge Barba, director médico de Boston Medical Group,
“esta droga -la cocaína- produce un cambio en la percepción real de uno mismo, que se materializa en un estado de ánimo depresivo. Su uso continuo y abusivo provoca un deterioro en el sistema nervioso central que conduce a su vez a una disminución importante de la fuerza sexual”.
El Dr. Barba se refiere al ciclo que ocurre cuando una persona recibe una dosis de una droga que produce euforia -algunas sustancias producen el efecto contrario: relajación-. Al principio, uno puede sentirse “Superman”, pero el efecto high es temporal. Después viene el llamado “bajón”, que se traduce en una sensación de depresión, debilidad y agotamiento. Y del deseo sexual, ¡ni hablamos! La libido desaparece junto con la sensación eufórica.
Otra razón por la que el consumo de drogas euforizantes como la cocaína, a largo plazo pueden provocar trastornos sexuales es que la cocaína es un poderoso vasoconstrictor.
El principio activo de la a Erythroxilon coca (arbusto autóctono de la cordillera de los Andes) actúa sobre el Sistema Nervioso Central con efectos que van desde la sensación de nerviosismo, agitación o temblores, hasta fiebre, ataques de pánico o delirio paranoide en dosis altas y repetidas.
A nivel periférico, afecta el ritmo cardíaco (taquicardia), eleva la presión, produce hiperglucemia, constriñe los esfínteres, entorpece el sistema digestivo, tiene un efecto anestésico local y provoca una intensa vasoconstricción. Estos son síntomas que pueden derivar en disfunción eréctil severa.
Afirma el sexólogo S. Frago en el portal Cuídate Plus, que el uso habitual del polvo blanco, además de disfunción eréctil, puede generar priapismo (erección dolorosa y permanente), así como una notable baja de deseo sexual y disminuir notablemente la sensibilidad genital (por ser un anestésico).
El estudio del psiquiatra estadounidense James Cocores, “The American Journal of Drug and Alcohol Abuse (Revista Americana de Abuso de Drogas y Alcohol 1988)” reveló que 62% de los varones participantes adictos a la cocaína y 72% consumidores de crack, sufrían de disfunción eréctil.
Recordemos que para que la erección ocurra, los cuerpos cavernosos del pene deben llenarse de sangre, que se mantiene ahí hasta la eyaculación. Si los vasos sanguíneos se estrechan -efecto que produce la cocaína-, la irrigación sanguínea disminuye, por lo que la erección será débil o no se logrará.
Según el portal Elsevier (empresa de análisis de información global que asiste a instituciones y profesionales en el progreso de la ciencia y cuidados avanzados de salud),
“la cocaína tiene dos acciones farmacológicas: por un lado, bloquea los canales del sodio, actuando como anestésico local con efectos cardiotóxicos y de daño vascular. Por otro lado, inhibe la recaptación de catecolaminas (dopamina y noradrenalina) y de serotonina, con lo que aumentan las concentraciones de estos neurotransmisores en el sistema nervioso central, produciendo euforia. También actúa estimulando los receptores d2 dopaminérgicos, produciendo psicosis y esquizofrenia. Es por eso que los consumidores de cocaína tienen muchas probabilidades de desarrollar trastornos psiquiátricos.”
No hay duda de que el consumo de drogas euforizantes como cocaína, a largo plazo pueden provocar trastornos sexuales, pero ¿cuáles, concretamente?
Al consumir sustancias, incluyendo las de uso más socialmente permitido como el alcohol, es posible que se experimente la sensación de aumento de deseo sexual, pero esto tiene más que ver con el ambiente y el efecto de desinhibición, que con la sustancia en sí misma. Las drogas no son afrodisíacas. Al disminuir el flujo sanguíneo, adormecer los sentidos o perder control muscular, las fases de respuesta sexual se bloquean o se ralentizan. Es posible que la erección no aparezca o no se mantenga, se pierda el control eyaculatorio o bien, no se logre alcanzar el orgasmo.
Con las drogas relajantes como la marihuana y el hachís, “su consumo continuado suele conducir al desinterés por el sexo”, destaca el director médico de Amaltea. Adicionalmente, aunque no hay pruebas concluyentes al respecto, se cree que el consumo prolongado de cannabis reduce los niveles de testosterona.
Por otra parte, las anfetaminas y sus derivados tienen un efecto “rebote” que no sólo afectan la función eréctil, sino que elevan potencialmente el riesgo de ataques cardíacos.
La heroína es otra droga -desafortunadamente- con una gran cantidad de consumidores. De esta sustancia, se sabe que inhibe el orgasmo, el deseo sexual y la erección.
Según lo reportado en el trabajo “Drogas y sexualidad. Repercusiones en la vida erótica.”, la heroína es una de las drogas más adictivas y que mayores daños causa en la salud general y, por lo tanto, en la salud sexual.
A corto plazo, la heroína produce euforia y posteriormente, depresión respiratoria, ofuscación mental y apatía, náusea con vómito y efecto anestésico. A largo plazo, puede ser gran factor de riesgo para contraer Enfermedades como VIH, hepatitis B y C debido al intercambio de agujas; venas colapsadas, infecciones bacterianas, enfermedades reumatológicas y endocarditis (inflamación por infección del revestimiento interno de las cavidades y las válvulas cardíacas).
El Consejo General de la Psicología de España, en su revista digital Infocop Online, hace una revisión sobre la relación entre el consumo de drogas y la disfunción eréctil, artículo originalmente publicado en la Revista Journal of Clinical and Health Psychology. Ahí se menciona el estudio: “Influence of substance use on the erectile response in a simple of drug users” dirigido a analizar la respuesta eréctil en personas farmacodependientes, comparándola con la de personas no adictas, y analizando al mismo tiempo la influencia de la ansiedad y de las actitudes sexuales.
Participaron 1.007 hombres de 28 centros de tratamiento para la adicción a las drogas. Se consultó a los pacientes sobre el tipo de drogas que habían consumido y se les aplicaron cuestionarios sobre su respuesta sexual, niveles de ansiedad y actitud ante la sexualidad (restrictiva o liberal).
50,92% declararon ser consumidores de cocaína, 11,14% de éstos, combinada con alcohol, y con heroína, 8,65% de ellos. El resto de participantes informó de otras sustancias como alcohol (12,54%), heroína sola (4,97%), cannabis (2,38%), fármacos estimulantes (1,73%), fármacos depresores (0,43%), y la combinación de 3 o más sustancias (7,24%).
Entre los datos más destacados, se encontró que los hombres que consumen sustancias adictivas, presentan 20,84% más disfunción eréctil que quienes no consumen drogas.
Otra revelación importante fue que los hombres adictos a sustancias depresoras como el alcohol o la marihuana, tienen mayores probabilidades de presentar problemas de erección que aquellos adictos a las sustancias estimulantes o euforizantes. Esto hablando en el corto plazo, al momento de consumo, no a largo plazo.
Otro aspecto analizado en dicho estudio, fue la actitud sexual, resultando más negativa en la de las personas adictas. Explican los autores de esta investigación que “las actitudes sexuales tienen una alta relación con la satisfacción sexual, es decir, cuanto más satisfecha se encuentre una persona con sus relaciones sexuales, más placenteras le resultarán y más ganas tendrá de volver a tener otro encuentro sexual.”
Este aspecto está asociado a la ansiedad, mucho más presente en dependientes a las drogas. La ansiedad se hace más evidente, por un lado, en los individuos que, a causa de las drogas, han tenido episodios de disfunción eréctil. El miedo a que vuelva a ocurrir genera un círculo vicioso del que es difícil salir sin ayuda terapéutica. Por otro lado, se detectó que la ansiedad es más alta en los periodos de abstinencia de sustancias.
Hay un tema del que vale la pena hablar: las llamadas drogas sexuales.
Algunas personas recurren a sustancias exclusivamente con la intención de mejorar sus experiencias sexuales. Pero es importante saber que estas drogas no están exentas de peligros.
En la Global Drug Survey (Encuesta Glogal de Drogas) con una participación de 23.000 personas y cuyos resultados se publican en la Journal of Sexual Medicine, se preguntó a los encuestados sobre su consumo de estupefacientes antes de la actividad sexual.
Estos son algunos datos desprendidos del sondeo:
- La sustancia que más se mezcla con el sexo, es el alcohol (60% de los participantes).
- La segunda droga más mencionada fue la marihuana, usada para fines sexuales por un tercio de los hombres y 25% de las mujeres.
- El tercer lugar en menciones fue para el llamado éxtasis (MDMA) con un 15%.
- Con un consumo más bajo, aparecen en la encuesta drogas como la ketamina, el popper y sildenafil (Viagra), que no se considera una droga recreativa, sino un medicamento para tratar la disfunción eréctil, pero algunos hombres lo consumen sin padecer la disfunción, sólo por experimentar.
Consideraciones finales
No vamos a profundizar en cada una de las sustancias nombradas en este estudio o el tipo de drogas que se utilizan específicamente para potenciar las relaciones sexuales -posteriormente podemos publicar un artículo sobre este tema-; pero sí hay un dato que es importante, considerando el tema que nos ocupa, el consumo de drogas a largo plazo ¿puede provocar trastornos sexuales?
Sabemos que sustancias como el éxtasis o MDMA representan un potencial riesgo para la salud y la vida, ya que elevan de forma brusca la presión arterial (hipertensión), causan mareos, deshidratación, ataques de pánico y, en altas dosis, pérdida del conocimiento y convulsiones.
Como mencionamos al inicio, no hay una sola sustancia de este tipo que no tenga efectos secundarios, los cuales se incrementan en función de la cantidad y el tiempo de uso.
El sexo en sí mismo es un estimulante, genera dopamina, oxitocina, endorfinas y todos los neurotransmisores del bienestar. ¿Es necesario consumir drogas para sentirnos mejor? Médicamente hablando, claro que no, no es necesario.
Lejos de hacer más grata la experiencia, el consumo de drogas a largo plazo puede provocar trastornos sexuales. Tampoco son el remedio para los problemas de salud sexual. Si tiene dudas, consulta a expertos en el tema que son los indicados para ayudarte.
Artículo avalado por Héctor Corredor, Médico Cirujano especialista en Urología con Maestría en Sexología Clínica, Director médico internacional en Boston Medical Group.
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