Nacer hombre no tiene mérito, es “un volado genético”. Convertirse en un hombre del que te gustaría ser amigo o al que valdría la pena conocer, es algo de lo que sí enorgullecerse, pero no es tarea fácil.
En el artículo de hoy te invitamos a que leas información de valor para que sepas cómo convertirte en el hombre que quieres ser, ¡acompáñanos!
¿Cómo convertirte en la persona que quieres ser?
La cosa empieza mal si, como a muchos, les inculcan desde pequeños condicionamientos sociales que, inevitablemente, influirán en la primera idea de masculinidad: lo que “debe ser un hombre”.
La imagen del hombre que nuestros padres, abuelos y sociedad en general, esperaban, ha cambiado mucho. Hoy se habla de “nuevas masculinidades.”
Y no es fácil asimilarlo, pues el concepto de masculinidad está plagado de rasgos que van en contra del sentido común por mucho que el mundo y el caos hormonal de la adolescencia diga que es “lo normal”.
La vida humana está llena de paradojas. Una de las más grandes es que todos somos iguales, pero con características que nos hacen únicos.
El sentimiento de pertenencia, de vínculo, es una necesidad básica del ser humano. Somos seres sociales, gregarios por naturaleza y por supervivencia.
Así, que lo mejor es que “encajes” que es lo que se espera de ti. Que seas igual a tus pares ciudadanos, colaboradores de trabajo, compañeros de clase, iguales al resto de los hombres, para ser claros.
Pero nadie puede asumir un papel que le es ajeno, que no está hecho a su medida. Al igual que unos zapatos que no son de tu talla, no vas a adaptarte a ellos si te impiden caminar con comodidad.
De la misma manera en que somos 100% humanos al nacer, sólo el hombre es 100% hombre al llegar al mundo, ya que después serán contaminados por todas las tonterías del tipo: “lo que un hombre tiene que ser”.
Aprenden a ser hombres, sobre todo, en la adolescencia, a fuerza de imitar el comportamiento de los que nos parecen “más hombres” o de representar -mal- la idea de los padres o de las películas, el rol de masculinidad.
Conviene no olvidar que eso es sólo un papel, no es la esencia. En la incapacidad de representar ese rol, está el verdadero yo.
Lo que hacen es desvanecer al hombre que quisieran ser para usar la máscara que resulte menos arriesgada en favor de la aceptación.
La adolescencia es un tiempo confuso y la masculinidad, un tema sobre el que la mayoría de adolescentes no se sienten libres de hablar. A esa edad ni los hombres ni las mujeres estamos seguros de casi nada, así que no es de extrañar que la mayoría apueste por el statu quo: la masculinidad hegemónica.
¿Qué significa la masculinidad?
En un número de Anxy Magazine dedicado a este asunto, se pregunta ¿qué significa la masculinidad? respondió un adolescente (Hardwin, 12 años): “En realidad no conozco a nadie de mi familia que sea masculino porque mi familia, en términos generales, es bastante agradable”.
Aunque nos cueste creerlo, los adolescentes son un buen reflejo de las actitudes de género predominantes; porque si la masculinidad es ya de por sí performativa, más performativa todavía es la adolescencia.
En ese período se intenta demostrar al mundo y a uno mismo que ya no somos niños; elegimos el camino hacia el adulto en el que nos convertiremos.
Es la edad en que nos contagiamos de estereotipos que perpetúan fenómenos como la desigualdad de género o que los hombres no pueden ser agradables, amables y sensibles.
La adolescencia es un periodo permeable, donde el círculo familiar y los compañeros ejercen una influencia fundamental, mayor de lo que puedan ejercer los medios o incluso las escuelas.
Cada adolescente imita los modelos que encuentra en su entorno sociocultural, y si pretendemos acabar con los antiguos modelos de masculinidad -y discriminación de género-, tendremos que promover comportamientos que se centren en acabar con ellos. Te invitamos a leer más aquí: Nuevas masculinidades, ¿cómo viven la disfunción eréctil?
Consideraciones finales
Según las conclusiones de un reciente estudio, los programas educativos con este enfoque son necesarios para entender cómo influyen las actitudes de género en la adolescencia, así como para identificar los puntos ideales de intervención.
Dichos programas deberían comenzar temprano y estar personalizados para las necesidades específicas de cada entorno socioeconómico, pues los roles masculinos son variados y algunos más problemáticos que otros.
Se sabe, por ejemplo, que la necesidad de dominación del hombre, cuando no puede manifestarse a través del poder político o económico, busca hacerlo a través de los roles más agresivos que terminan con tantos hombres en la cárcel.
Como diría una galleta de la fortuna: “siempre fuiste aquel que anhelabas llegar a ser”. ¿Eres ya el amigo que te hubiera gustado tener? ¿Eres ya el padre junto al que hubieras deseado crecer? ¿Te has convertido en el modelo que te hubiera gustado imitar de niño?
Para ser quien siempre fuimos sólo hace falta desprenderse de lo que se nos pega por el camino. De esa coraza de masculinidad cuyo único propósito era proteger la verdadera identidad de un entorno hostil.
Una vez alcanzada la edad adulta, no tiene ningún sentido seguir arrastrando ese peso que sólo serviría para confundir a los hijos como a los padres. Lo lógico, llegados a este punto, sería utilizar la fortaleza para garantizar que los que vienen detrás, sepan que su seguridad está cubierta, que son libres de crecer tan hombres como han nacido.
¡Muchas gracias por tu atención!
Artículo validado por Juan Manuel Martinez Preciado, Médico Cirujano con Maestría en Sexología clínica, epidemiólogo, integrante del grupo de dirección médica internacional Boston Medical Group.
¿Quieres saber si tu vida sexual es satisfactoria?
Descubrelo con el siguiente test.
¡Conoce la respuesta en 2 minutos y resuelve tus dudas!
¿Necesitas ayuda?
Somos pioneros en ofrecer tratamientos para mejorar la salud sexual del hombre.
¡Resuelve tus dudas contactándote con nosotros totalmente gratis!
¡Da el paso más importante: el de tener una vida sexual plena!